Consciente o inconscientemente, muchas figuras del medio artístico se han visto relacionadas con narcotraficantes, quienes los contratan para amenizar sus fiestas o patrocinan sus espectáculos para lavar dinero.
La lista de luminarias —fundamentalmente cantantes— que en algún momento se les ha vinculado con integrantes de cárteles de la droga es larga. En ella están incluidos Vicente Fernández y Juan Gabriel, quienes según Fernando Rodríguez, hijo mayor de Gilberto Rodríguez Orejuela, otrora poderoso jefe del cártel de Cali, fueron contratados para actuar en sus fiestas.
El argumento de defensa que han utilizado éstos y otros artistas como Los Tigres del Norte, Gloria Trevi, Marco Antonio Solís y K-Paz de la Sierra es que su trabajo sólo es cantar y actuar, y por lo regular sus contratos laborales están en manos de terceros.
Además, han afirmado que ellos no pueden hacer una investigación de cada persona que los contrata para amenizar sus fiestas, así que llegan, actúan y se van.
Rodríguez Mondragón, quien publicó en el libro El hijo del ajedrecista los nombres de los artistas que asistieron a sus fiestas, aseguró que 90% de lo que narra son anécdotas, “yo lo viví”.
Es también del dominio popular que la música grupera, y en especial la norteña, es de las preferidas por los narcotraficantes, por lo que han contratado a los máximos representantes de este género para que les canten en privado.
Recientemente algunas publicaciones guatemaltecas señalaron que en las casas de los capos de ese país se han presentado Los Tigres del Norte, K-Paz de la Sierra, Vicente Fernández o Marco Antonio Solís, quienes cobran entre 100 mil y 200 mil dólares por actuación.
La lista de luminarias —fundamentalmente cantantes— que en algún momento se les ha vinculado con integrantes de cárteles de la droga es larga. En ella están incluidos Vicente Fernández y Juan Gabriel, quienes según Fernando Rodríguez, hijo mayor de Gilberto Rodríguez Orejuela, otrora poderoso jefe del cártel de Cali, fueron contratados para actuar en sus fiestas.
El argumento de defensa que han utilizado éstos y otros artistas como Los Tigres del Norte, Gloria Trevi, Marco Antonio Solís y K-Paz de la Sierra es que su trabajo sólo es cantar y actuar, y por lo regular sus contratos laborales están en manos de terceros.
Además, han afirmado que ellos no pueden hacer una investigación de cada persona que los contrata para amenizar sus fiestas, así que llegan, actúan y se van.
Rodríguez Mondragón, quien publicó en el libro El hijo del ajedrecista los nombres de los artistas que asistieron a sus fiestas, aseguró que 90% de lo que narra son anécdotas, “yo lo viví”.
Es también del dominio popular que la música grupera, y en especial la norteña, es de las preferidas por los narcotraficantes, por lo que han contratado a los máximos representantes de este género para que les canten en privado.
Recientemente algunas publicaciones guatemaltecas señalaron que en las casas de los capos de ese país se han presentado Los Tigres del Norte, K-Paz de la Sierra, Vicente Fernández o Marco Antonio Solís, quienes cobran entre 100 mil y 200 mil dólares por actuación.
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