El Barbas


En el carnaval de ajusticiamientos de jefes policiacos, hijos de narcos y miembros del crimen organizado, un hombre resulta clave: Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, quien ha ordenado una cacería feroz para alcanzar dos propósitos: controlar al cártel de Sinaloa aun a costa de la vida de su líder, JoaquínEl ChapoGuzmán, y ajustar cuentas dentro de las policías federales, desafiando la capacidad del Estado y enviando el mensaje de que pronto será uno de los capos más poderosos del país.



El Barbas era considerado el personaje que siempre manejó la estructura financiera del cártel de Sinaloa.


Es un hombre “estudiado, inteligente, pero lo pierde el carácter”, dicen de él.


Y hoy, ofendido y furioso por la captura de su hermano Alfredo, ocurrida el 21 de enero pasado, se ha vuelto enemigo de El Chapo.


De acuerdo con una versión del diario Noroeste de Culiacán, atribuible a “fuentes gubernamentales”, Arturo “le reclamó a Guzmán Loera haber entregado a su hermano a las autoridades federales y lo amenazó con acabar al cártel de Sinaloa, por lo que le habían hecho a Alfredo”.
Por eso, los más recientes ajusticiamientos no son obra de la casualidad. Tienen una conexión entre sí. Revisemos:
Al rompimiento de El Barbas con El Chapo, siguió el crimen del comisionado de la Policía Federal Preventiva (PFP), Édgar Millán, sin duda el golpe más doloroso al aparato de seguridad calderonista.


¿Quién ordenó la muerte de Millán? Los Beltrán Leyva, en venganza por los recientes operativos antidrogas en el aeropuerto capitalino y los decomisos de droga realizados horas antes en Morelos.


Así se presentaba El Barbas.


Según reveló anoche el coordinador de la División Antidrogas de la PFP, Gerardo Garay, en el asesinato de Millán está involucrado el agente de la PFP José Antonio Martín Montes, quien coordinó la ejecución.


Es tener al enemigo en casa.


Atro presunto involucrado lo identificaron: Juan Antonio Arellano Anica, El Nica, a quien el titular de la policía capitalina, Joel Ortega, había confirmado como el jefe de la banda que mató a Millán. Empero, El Nica está preso.


Hay más dudas:
¿Por qué los escoltas de Millán rompieron una regla inquebrantable y no entraron primero que su jefe para protegerlo de cualquier ataque?
¿Se antoja creíble que Millán detuviera por sí solo a su agresor, Alejandro Ramírez Báez, y “abordara por su propio pie la ambulancia”, como lo afirma el parte del guardaespaldas del comisionado, José Alfredo Álvarez, cuando su jefe había recibido ocho balazos en tórax y abdomen?
Ese mismo jueves 8 de mayo, en Culiacán, fue asesinado Édgar Guzmán, hijo de El Chapo. También falleció Arturo Meza Cázares, hijo de La Emperatriz.


¿Quién es La Emperatriz?


“Trabaja para JoaquínEl ChapoGuzmán.


Es la encargada de multimillonarias operaciones de lavado de dinero en asociación con cárteles colombianos. Se llama Blanca Cázares y en el mundo del narco la conocen como La Emperatriz.


“Es hermana de Víctor Cázares quien, dentro del Departamento de Justicia de Estados Unidos, está ubicado como el líder de uno de los brazos más poderosos del cártel de Sinaloa, encargado de ingresar varias toneladas de droga a alrededor de 25 estados de la Unión Americana.”


Pero ese mismo jueves, una versión causó desconcierto y escalofrío: Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, habría sido asesinado dentro del Penal de Máxima Seguridad de Occidente, antes Puente Grande.


Parecía que la respuesta de El ChapoGuzmán a la muerte de su hijo Édgar, había llegado, mientras también era capturado un primo de éste, Alfonso Gutiérrez Loera.


Sin embargo, la noticia no fue cierta. A la hora en que presuntamente lo habían matado, El Mochomo estaba en visita conyugal.


Paralelamente a la guerra entre narcos, se registraban más bajas policiacas: el comandante de la Policía Judicial del DF, Esteban Robles, era acribillado en San Juan de Aragón, cerca de su hogar.


Días antes también habían sido asesinados dos altos mandos de la PFP: Roberto Velasco Bravo, ex director de Combate a la Delincuencia Organizada de la AFI, y el inspector José Aristeo Gómez Martínez. Y, en Ciudad Juárez, el fin de semana, cayó el director operativo de la Policía Municipal, Juan Antonio Román.


El “ya basta” presidencial era necesario, aunque dentro de este desafío al Estado mexicano hay otro factor de alto riesgo: la corrupción dentro de las policías, que le permite al crimen organizado saber los movimientos y la ubicación de los jefes policiacos más importantes.
La complicidad entre policías y narcos es algo que está minando la efectividad de la lucha contra el crimen organizado. Se encuentran infiltrados en la PFP, en la AFI, en la PGR.


Operan encubiertos y están al servicio de la criminalidad.


Ahí está el caso de José Antonio Martín Montes.

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