Cuando llegaron los bárbaros...


Sobrecogedores testimonios de un estado (3 millones de habitantes) envuelto en una delirante ola de violencia, donde “a una realidad esquizofrénica corresponde el retrato fragmentario de una sociedad en disolución”.

La autora (multipremiada cronista y periodista cultural) viajó en los últimos tres años varias veces a Sinaloa, considerada cuna del narcotráfico y laboratorio del desastre actual en el que se ha precipitado gran parte del país.

Escrito con estilo punzante, el libro reúne seis crónicas a partir de múltiples voces ciudadanas que reflejan la cotidianidad de la violencia prevaleciente:

I. “Culiacán equivocado” (2009): crónica en 18 días, que incluye un “Breve diccionario del narcotráfico”. “Culiacán de las cruces”, “Sucursal del apocalipsis”, son algunos de los nombres atribuidos a esta ciudad por los caricaturistas de La Locha, la única revista local de humor político. “Todo en Sinaloa está salpicado de sangre; nada escapa al ambiente de zozobra. Pagamos las consecuencias de décadas de indiferencia ciudadana y políticos pusilánimes o cómplices. La paz, la seguridad pública, se volvieron quimeras y sus antónimos una pesadilla. Todos sabíamos que esto iba a ocurrir y nunca hicimos lo debido para evitarlo”, afirma el subdirector de Ríodoce.

II. “Culiacán es un panteón”: serie de viñetas después de las elecciones de julio 2010. “En cada viaje percibo una región signada por una violencia histórica incubada en sus zonas serranas, propicias al cultivo de estupefacientes: geografía ingrata, miseria cotidiana, cercanía con un país lleno de consumidores de droga... El crimen y la descomposición acelerada de la comunidad son evidentes. Y también la tolerancia esquizofrénica ante el flujo de dinero ilícito... La gente está aprendiendo a convivir con el miedo”. La educación es, cada vez más, “un activo en vías de extinción como mecanismo de movilidad social”. Reporta el ejército de EU: “Se está observando una transición del gansterismo tradicional de asesinos a sueldo al terrorismo paramilitar con tácticas guerrilleras”. El narcotráfico ya se convirtió en “una expresión cultural que trasmina todas las clases sociales”.

III. “Badiguarato bucólico”: crónica del municipio serrano, atravesada por la tragedia familiar de la autora, debida al asesinato en 1941 de su abuelo materno, el mayor revolucionario Alfonso Leyzaola, ordenado por los terratenientes del sur del estado. A la artera ejecución se sumó la invención de una falsa “leyenda negra”. Hay que entender que “el negocio del narco es la muerte (eliminar a la competencia para ganar más)”. Vida y muerte del popular cantante de narcocorridos, Chalino Sánchez. “La gente sufre… Hay muchas carencias aquí. Por eso se vive de sembrar mariguana. Con el maíz no alcanza para nada”.

IV. “Mochis: al muerto hazlo bonito”: el lenguaje enmascarado. Historias cotidianas, donde la autora “transita de la percepción azorada a un cierto acostumbramiento periodístico que vive como afrenta”. “En Ríodoce sólo decimos el 10 por ciento de lo que sabemos” La regla rige para todos los medios porque el precio es la muerte.

V. “Navolato de los Carrillo”: cada quien puede elegir “entre el bien y el mal. Se juega la ética, no la miseria en que se vive”. Tres épocas difíciles en Sinaloa: la guerra civil entre terratenientes y agraristas en los años 40; la Operación Cóndor en los 70; y la violencia desatada desde 2008. “Cuando llegaron los bárbaros cambió todo”, lamenta un viejo campesino serrano.

VI. “Epílogo”: historia de un periodista que por ambición extravió su camino.

Magali Tercero, Cuando llegaron los bárbaros Editorial Planeta, México 2011, $218

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