Pandillas son semilleros del narcotráfico


Cerca de 750 pandillas operan en la capital del estado y en Ciudad Juárez. Muchas de ellas están vinculadas con los cárteles de la droga y el crimen organizado, cuyos integrantes son reclutados inclusive desde los nueve años.

En la ciudad de Chihuahua, las policías municipales han desarticulado bandas de adolescentes, cuyas edades fluctúan entre nueve y 12 años, liderados por adultos, quienes con promesas o amenazas los controlan.

Entre diez y 20 niños de estas edades son detenidos cada día vagando por las calles, robando en viviendas o intoxicándose en la vía pública.

La estadística policiaca arrojó que en 2008 el número de muertes violentas de jóvenes y menores de edad sumó 68 casos, mientras que en 2009 la cifra superó 90 muertes. Este año podrían ser más de 200.

Los menores, por lo general, empiezan su carrera como vigías; de ahí pasan a ser ladrones de casas, pues por su estatura fácilmente pueden introducirse a las viviendas por pequeños resquicios o por boquetes hechos por los adultos.

Estos niños son muy apreciados por las pandillas, pues por su edad no son arrestados por la policía. Eso los hace armas ideales en el robo a viviendas o como halcones o estacas.

Los pandilleros reclutan a menores de familias desintegradas, pobres, que no van a la escuela, que vagan por las calles, sin valores morales firmes y fácilmente influenciables.

Entre las leyendas negras de pandilleros se dice que a estos menores, como prueba de mayoría de edad y para ser aceptados como integrantes activos de la banda, se les pide asesinar a una persona al azar en la vía pública.

Problema en ambas fronteras

Ciudad Juárez es el foco rojo en la frontera. Datos de la Presidencia Municipal indican que en Ciudad Juárez hay 600 pandillas, que reúnen desde diez y hasta 600 personas. La edad mínima detectada en sus integrantes ha sido de nueve años.

Por su crueldad y alta peligrosidad, dos de ellas mantienen en alerta a las autoridades: Los Aztecas y Los Mexicles, vinculadas respectivamente con los cárteles de la droga de Vicente Carrillo y de El Chapo Guzmán.

Treinta bandas son consideradas las más peligrosas: Barrio Azteca, Barrio Bella Vista Park, Florencia 13, 72 Insurgentes, Moras 13, Los 23, Tiburones, Los Mexicles, AA, Harppis, Kakis 90, Bufones, Barrio El Silencio, Los Quintero, Bambú 24, La 68, Fe 2 Chica, Barrio San Juan, Barrio la Brisa, La Quince, Los Olvidados, Oldies 23, Kakis 23, Calaveras, Cobras 23, Locos 23, Riveras, Barrio Azul, CTG y 68 Locos, entre otras.

Como resultado de la escasez de sicarios y operadores tradicionales, la batalla por el control de Juárez y el sur de Texas ha sido depositada en manos de al menos media docena de pandillas mexicano-americanas, y según el gobierno de Estados Unidos, 460 de ellas radicadas en El Paso, Texas.

Los Aztecas, con cinco mil elementos, y Los Mexicles, con tres mil miembros, tienen ramificaciones en Los Ángeles y San Diego, California, así como en El Paso, Texas.

Se dedican a asaltar, a la venta de drogas y de armas y hasta como sicarios de los cárteles.

Lo peligroso es que el resto de las pandillas quieren seguir ese camino, al ver el “éxito” de los grupos. Un ejemplo es la Killer 13, en la que asesinar a una persona es la prueba para escalar posiciones en la banda.

El presidente municipal, José Reyes Ferriz, informó recientemente que existen por lo menos 80 mil pandilleros, a los que definió como caldo de cultivo para la delincuencia organizada.

Cambian de residencia

En la ciudad de Chihuahua es distinta la situación. La Dirección de Seguridad Pública Municipal informó que son alrededor de 120 bandas pequeñas las que hay en los suburbios, pero recalcó que el traslado de reos de Los Aztecas y Los Mexicles a cárceles locales provocó que integrantes de estas bandas trasladaran su residencia a la capital para coordinar desde afuera de los reclusorios las órdenes de sus jefes.

“Nosotros tenemos registradas alrededor de 120 agrupaciones, no propiamente pandillas, pues se incluyen desde grupitos que suelen reunirse en esquinas durante las noches hasta patinetos, pero siempre con la constante de la frecuencia en sus reuniones y acciones”, comentó una fuente de Seguridad Pública en el municipio de Chihuahua, quien prefirió omitir su nombre.

Aseveró que muchas de estas incipientes bandas se desintegran rápidamente al “casarse o sentar cabeza” sus principales líderes.

Explicó que, sin embargo, este no es el caso de pandillas juarenses con presencia en la capital, como Los Aztecas y Los Mexicles, “cuyos integrantes permanecen por años y tienen grados escalafonarios. De hecho son de los pocos involucrados en delincuencia de alto nivel”.

Aseguró que estas dos pandillas “empezaron a operar en la ciudad de Chihuahua luego de los traslados de reos de Juárez a la capital”, pero que el resto de pandillas de Chihuahua se mantienen alejadas de los cárteles y a ellos sólo los arrestan por pleitos callejeros o robos menores para conseguir sus dosis de droga.

“Son muy pocos, afortunadamente, los integrantes que delinquen. No es necesario ser pandillero para delinquir. A lo más que llegan es a defender su territorio. Esto da pie a pleitos y agresiones, donde generalmente suelen aparecer armas blancas y en contadas ocasiones armas de fuego, pues se trata básicamente de adolescentes”, puntualizó.

En Juárez, durante más de una década se gestó un pandillerismo violento derivado de situaciones de desintegración familiar y falta de recursos.

Las pandillas, cuyos orígenes y raíces culturales provienen de los grupos hispanos de Estados Unidos, comenzaron a reclutar jóvenes y menores para engrosar sus filas, reconoció la Secretaría de Seguridad Pública local.

Importa poco lo que paga

Les pagan poco, pero eso les basta para sentirse exitosos, tener dinero y un sentido de pertenencia. Se trata de los jóvenes pandilleros reclutados por el crimen organizado, principalmente por los cárteles del narcotráfico, que los toman como fuerza de trabajo barata, explicó el doctor en ciencias penales y política criminal de la UNAM, Pedro Peñaloza.

La delincuencia organizada, dice, recluta a estos jóvenes con mayor facilidad porque los provee de dinero, aprovechando que ni estudian ni tienen oportunidades de empleo digno, pero que están hartos de sentirse excluidos.

“Los valores impuestos por la sociedad actual han ocasionado que los jóvenes persigan el ‘éxito’ a partir de lo que posees y no de lo que eres”, consideró.

Las pandillas aceptan cometer actos criminales con tal de obtener bienes y dinero de una manera fácil; además de que experimentan una sensación de respeto social, de poder, y con ello dejan de ser los “chavos marginados del barrio o de la colonia”.

El académico describe que los jóvenes de entre 16 y 24 años sueñan con tener los bienes que ofrece el mercado, de los que viven marginados, pues desertaron de la escuela, no tienen trabajo, tienen problemas familiares y se juntan con jóvenes con la misma situación. Estos son los más buscados por la delincuencia organizada.

Esas pandillas juveniles “aceptan integrarse al crimen organizado porque creen que el éxito está asociado al esfuerzo individual y no al trabajo colectivo.

“Piensan que deben conseguir el ‘éxito’, aunque tengan que pasar por el cadáver de enfrente, y eso genera una competencia violenta”, puntualizó.

En Coahuila Antipandilla va al rescate de los adictos

SALTILLO.-Pandillas de la Amistad es un movimiento que se encarga de la evangelización de jóvenes que cayeron en adicciones, aunque también les llevan la palabra de Dios a menores en situación de calle o con problemas de soledad, violencia intrafamilar o abandono.

El objetivo principal es que los adolescentes conozcan lo que Jesucristo hizo por ellos y así poder sacarlos de las drogas y conducirlos a ser hombres de bien.

Se les denominó Pandillas porque muchos niños y jóvenes buscan refugio en este tipo de grupos, casi siempre violentos, con los que se identifican.

Ya juntos se dedican a delinquir. El movimiento está conformado por delegaciones divididas en varias zonas.

Los municipios de Saltillo, Torreón, Acuña, Piedras Negras y Monclova se ubican entre las ciudades con el mayor número de pandillas en la entidad, reveló el director de Política Criminal de la Fiscalía estatal, Óscar González Guardiola.

La dependencia realizó un estudio de monitoreo en el cual se tienen registradas 400 pandillas en esta capital, aunque el número puede incrementarse, debido a que en cada colonia se tiene por lo menos una banda.

Integrantes de pandillas siguen generando problemas de violencia, entre las que destacan homicidios, robo de vehículos y violaciones, no sólo en colonias populares, sino también en zonas residenciales y en el primer cuadro de la capital y de diferentes ciudades de Coahuila.

En Guanajuato integran bandas a los 60 años

LEÓN.-Adultos mayores integran también las pandillas de esta ciudad. Gente de hasta 60 años llega a ser un factor de influencia en las pandillas callejeras, en las que militan hasta sus nietos.

Jorge Gómez Salazar, consejero de LOBO —programa del gobierno municipal para reinsertar a pandilleros a la sociedad—, detalló que adultos mayores integran bandas y tienen entre 50 y 60 años.

Esta cultura pandilleril es hereda por generaciones. Gómez explica que los otrora líderes de las pandillas más añejas inculcan su forma de pensar a sus hijos y nietos.

“El problema está todavía más arraigado en colonias conflictivas donde hay problemas generacionales por territorios, de padres a hijos y a nietos. Tenemos los casos en barrios y colonias de San Miguel y el Coecillo, que se odian entre sí.

De igual forma ocurre en Las Arboledas, que es una colonia un poco más nueva”.

Gómez Salazar indicó que los adultos tienen fuerte influencia entre los jóvenes, pero no son los líderes, que tienen entre 16 y 24 años y ni estudian ni trabajan.

Existen en León alrededor de mil pandillas con diez y hasta 300 integrantes; de ellas, solamente diez son de alta peligrosidad.

Reportes de la OEA señalan que tres de las pandillas más peligrosas del país se encuentran en esta entidad: dos en León y una en Celaya.

En León son Los Runs y los Cholos 22, que tienen altos grados de violencia y peligrosidad; y en Celaya, Los Santana.

Éstas están involucradas en robo con violencia a mano armada y hasta distribución de droga, secuestros y asesinatos.

Martín Rodríguez Olvera, director de Seguridad Pública municipal, informó que en Celaya existen 35 pandillas; de ellas cuatro son peligrosas. Otras 20 bandas también delinquen, pero sólo en robo a transeúnte o de autopartes. El resto son pacíficas.

“Si están relacionadas con narcotráfico, es difícil decirlo.”

En Baja California mujeres golpean y amenazan

MEXICALI.— Más de 300 pandillas operan en colonias y barrios de esta capital, algunas vinculadas a organizaciones delictivas de Estados Unidos, como la Mafia Mexicana o la Mara Salvatrucha.

En esta ciudad fronteriza también rondan las bandas integradas por mujeres adolescentes. Es el caso de la PCK (Puras Chicas Kontrolando), que operan en la Secundaria Técnica 2, donde hostigan, amenazan y golpean a alumnos, principalmente mujeres, incluso con la complacencia de las autoridades educativas, que justifican y exculpan a las agresoras.

La existencia de esta pandilla salió de los muros del plantel el 11 de marzo de 2009, cuando una alumna de primer grado fue golpeada por las pandilleras. La víctima recibió golpes hasta que se desmayó a unos metros de la dirección del plantel. De ahí se han denunciado varios abusos más.

La agrupación la integran 30 adolescentes de segundo y tercer grados de secundaria, inscritas en el turno intermedio, que les permite mantener el control de los turnos matutino y vespertino. La menor agredida (de 13 años) sufrió fractura de mandíbula y lesiones, por lo que sus padres acudieron al Ministerio Público a presentar una denuncia penal. Las autoridades policiacas aún investigan.

Las pandillas mexicalenses están integradas por adolescentes y jóvenes, principalmente en la zona poniente de la ciudad, en la zona conocida como los Santorales o en el Nuevo Mexicali, al oriente.

Aquí la Mara Salvatrucha los recluta, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad Pública municipal.

La investigadora Eva Patricia Rodríguez Bellegarrigue afirma que los alumnos y maestros salvadoreños pagan a los pandilleros de la Mara Salvatrucha para salvaguardar su integridad física, su vida y su seguridad.

Incluso los docentes deben cuidar sus comentarios y extremar sus precauciones porque hay alumnos que pertenecen a pandillas, y “es difícil ubicar a los infiltrados porque ya no se pintan (tatúan)”.

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