Narco crea estructura paralela a la autoridad
En Matamoros, pese a la presencia del Ejército y la Policía Federal (PF), la delincuencia organizada opera con una estructura paralela al Estado; limita la libertad de expresión, cobra derecho de piso y multas por infracciones de tránsito, advirtió el especialista en temas de seguridad, Arturo Arango.
Camionetas sin placas, con vidrios polarizados y las siglas CDG (cártel del Golfo), o calcomanías con el logo de Los Zetas, patrullan las calles de Reynosa y Nuevo Laredo, cobran cuotas a los comercios para dejarlos operar y detienen y multan a los automovilistas que se pasan un alto o circulan a exceso de velocidad, detalló en entrevista.
El especialista alertó sobre el riesgo de que el fenómeno de inseguridad que vive actualmente Matamoros se extienda a otras ciudades, pues el sellamiento de fronteras mediante retenes y operativos no está funcionando.
“Los propios policías federales, en los retenes de la carretera que va de Monterrey a Reynosa recomiendan a los automovilistas que mejor se regresen, porque está muy peligroso”, destacó, y consideró que Reynosa y Nuevo Laredo “son plazas perdidas frente al narco”.
Guerra y control
Los grupos de la delincuencia organizada, que además están en guerra, controlan estas dos ciudades, donde nadie sale a la calle después de las 19:00 horas, los comercios también están cerrando por la violencia y las extorsiones y la economía se está desplomando, aseguró el especialista.
“Reynosa, en los últimos días se ha convertido en un infierno y está mostrando los mismos patrones que en su momento registró Ciudad Juárez: Una brutal descomposición social, pues los ciudadanos que no están atemorizados, han sido coptados por el narcotráfico”, aseguró.
Al relatar su experiencia en esa ciudad fronteriza, afirmó que Reynosa está experimentando un costoso paro en sus actividades económicas, pues cada día cierran más negocios y la población que puede hacerlo está emigrando a Mc Allen y otras ciudades vecinas de EU.
Los enfrentamientos y las balaceras entre estos grupos o con el Ejército y la Policía Federal son algo de todos los días, pero esa violencia no se refleja en los medios de comunicación locales, porque los periodistas están amenazados y tienen prohibido informar, “la delincuencia organizada está imponiendo también límites a la libertad de expresión”, lamentó el especialista.
En este escenario, dijo, la sociedad civil ha tenido que recurrir a las redes sociales de internet para evitar las zonas peligrosas.
En twitter y otros espacios circulan mensajes y correos electrónicos como el que invita a realizar “turismo aventura”.
El mensaje incluye detalles como: “12:00 p.m.: Práctica de tiro en las colonias Longoria, Rodríguez, Las Fuentes, donde quiera se puede, no hay problema, ahora con disparo de bazucas, lanzagranadas y más. Duración mínima del acto; 1:45 horas”.
Arango consideró que esta situación es una prueba más de que la estrategia contra el crimen no está funcionando, pues se ha enfocado en atacar la distribución de droga, que ha sido por décadas la fuente principal de ingresos, junto con otras actividades ilícitas, en las ciudades fronterizas, sin ofrecer a sus habitantes opciones de desarrollo.
Por ello, advirtió Arango, existe el riesgo de que el problema se extienda a otras ciudades de la frontera, pese a la presencia del Ejército y los constantes operativos de la Policía Federal.
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