Un escritor mexicano narra las complicidades oficiales con el narcotráfico


En los últimos 25 años muchos capos han surgido y caído en México, pero Joaquín "Chapo" Guzmán, ahora el más buscado, sigue siendo una pieza clave en la protección oficial brindada a jefes de los cárteles del narcotráfico, afirma el escritor mexicano Héctor de Meuleón.

En siete extensos reportajes reunidos en el libro "Marca de Sangre", presentado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, De Mauleón concatena historias publicadas por la prensa durante 25 años para dibujar un mapa temporal de una guerra que la última década ha dejado más de 30.000 muertos en México.

"En la rapidez y en la confusión con la que estamos viviendo este proceso, los nombres se pierden, las figuras se pierden, las historias se pierden, son sepultados en las hemerotecas, tenemos una visión muy fragmentada de lo que esta sucediendo", dijo De Mauleón en entrevista con la AFP.

En este recuento "siempre aparecen asociados políticos, militares y policías. No te puedes explicar ese fenómeno sin esa protección", añade el escritor que documentó desde el primer acto de violencia extrema que sorprendió en 1985 a los mexicano: el asesinato de un agente estadounidense.

Con la muerte del agente de la Agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) Enrique "Kiki" Camarena en Guadalajara (oeste), torturado y asesinado por el narcotraficante Rafael Caro Quintero, se revela un submundo hasta entonces desconocido de grandes negocios sucios y venganzas.

Joaquín "El Chapo" Guzmán, cuyo perfil psicológico lo describe como una de los capos más inteligentes, se mantuvo en la sombra hasta mayo de 1993, cuando sus adversarios, los hermanos Arellano Félix, fundadores del cartel de Tijuana, confundieron su coche con el de un cardenal católico, que fue asesinado cuando llegaba al aeropuerto de Guadalajara (oeste).

Hasta ese momento las agencias de inteligencia carecían de información sobre sus actividades, pero él controlaba las riendas del narcotráfico en cuatro distritos del oeste mexicano y contaba con protección de funcionarios de todos niveles, incluido el secretario particular del presidente y el jefe de la policía del país.

Un mes después del asesinato del cardenal, "El Chapo" fue detenido en Guatemala y recluido en una cárcel de máxima seguridad en México, donde se apoderó del control hasta llegar a dar órdenes al director de la cárcel. Finalmente, en enero de 2001 se escapó oculto en un carro de lavandería.

Con la suerte de su lado, relata el libro de De Mauleón, el narcotraficante reconstruye el cártel de Sinaloa. En 2003 el Ejército detiene a Osiel Cárdenas Guillén, líder del Cártel del Golfo y creador de 'Los Zetas', la organización integrada por ex militares de élite y considerada la más sanguinaria.

Un año antes, Benjamín Arellano Félix, cabeza del cártel de Tijuana también había sido arrestado. Las dos organizaciones que controlaban las fronteras más importantes con Estados Unidos en Tijuana (noroeste) y en Matamoros (noreste) quedaron descabezadas.

Las organizaciones criminales se reacomodaron gozando de protección oficial, como reveló en 2008 la Operación Limpieza, en la que quedó al desnudo que el primer círculo de la fiscalía federal y de la secretaría de Seguridad Pública "estaban comprados por el narco", recuerda De Mauléon.

Guzmán "ya estaba en la historia en la mejor época de los hermanos Arellano Félix" hace 25 años y "sigue siendo la pesadilla de la DEA", concluye De Mauleón.

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