De 2006 a la fecha, 21 marinos han muerto en la lucha contra el narco


El mayor involucramiento de la Armada de México en el combate al narcotráfico, de diciembre de 2006 a la fecha, se ha traducido en la muerte de 21 elementos de fuerzas especiales de la infantería de Marina, de los cuales 15 fueron en lo que va del año.

Lo anterior fue dado a conocer ayer, en el marco de un recorrido por el Centro de Capacitación y Adiestramiento Especializado de Infantería de Marina, en el cual se afirmó que los cárteles de la droga de nuestro país cuentan en sus filas con kaibiles, entrenados por el ejército guatemalteco.

Altos mandos de las fuerzas especiales de la Armada agregaron que hay datos de la presencia de sujetos entrenados en prácticas de sobrevivencia y combate en la jungla, pero expresaron que no saben si se trata de ex elementos del Ejército Mexicano que han tomado esos cursos o de soldados extranjeros (posiblemente de Guatemala u otras naciones centroamericanas).

Durante la visita al centro de adiestramiento –ubicado en el sureste mexicano, a la orilla del mar, cuya ubicación se reserva por razones de seguridad–, un alto mando de fuerzas especiales se refirió a su participación en el combate al narcotráfico.

“No vamos a rendirnos hasta llegar al exterminio total de los delincuentes, sea por detención o por baja.”

El oficial sabe de lo que habla. El año pasado, las fuerzas especiales de la Armada dieron muerte al Jefe de jefes, Arturo Beltrán Leyva, y hace unas semanas el líder del cártel del Golfo, Antonio Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, quien también fue abatido por marinos de elite.

Estos hombres, que reciben entrenamiento para actuar en tierra y mar, son los elementos mejor adiestrados de la Armada. Están entrenados para sobrevivir en condiciones adversas en la jungla y el desierto, para desarrollar acciones de “guerra irregular” en zonas urbanas, rescatar rehenes y hacer incursiones desde el mar.

El adiestramiento se desarrolla de día y de noche, en horarios irregulares, para fortalecer su estado emocional y su cuerpo. Les enseñan a confiar en sus compañeros.

Es tal el nivel en que sube la adrenalina de estos combatientes, que cuando se dan de baja de las fuerzas especiales –lo cual, en condiciones normales, es alrededor de los 40 años– reciben tratamiento sicológico especializado durante seis meses para reintegrarse a la vida cotidiana.

La cifra exacta de elementos en activo no se dio a conocer, por tratarse de información confidencial. Sólo se dijo que dos terceras partes de los que ingresan al curso desertan por razones diversas y que, a la fecha, no tienen conocimiento de que algún marino de elite se haya pasado a las filas del crimen organizado.

Respecto de la presencia de kaibiles en grupos de la delincuencia organizada, comentaron que marinos, que en su momento también tomaron ese curso en Guatemala, los detectaron.

En relación con los límites de sus capacidades, los oficiales entrevistados comentaron: “Las fuerzas especiales pueden ir a donde sea, cuando sea y como sea dentro del país”.

Parte de su entrenamiento está diseñado para reducir en lo posible los “daños colaterales” –así se menciona en medios castrenses a las bajas de civiles inocentes en lugares de hechos bélicos– y respetar los derechos humanos.

Y pareciera que esa política les ha dado resultado, porque hasta la fecha la Armada no ha recibido ninguna recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Huamnos por su participación en las labores de seguridad pública y en operativos en contra del crimen organizado.

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