Taxco: “Parecía película de horror”


Más de 40 rescatistas trabajaron arduamente durante siete días en el respiradero de la mina La Concha, en la ex hacienda de San Francisco de Cuadra en Taxco de Alarcón, donde vivieron momentos de intenso de peligro por la posible acumulación de gases que originan los cuerpos sin vida.

Frente al nauseabundo olor de más de una decena de cadáveres, el trabajo desarrollado por los rescatistas de Protección Civil del estado fue impecable.

Carlos Alberto Amezcua Ávalos, jefe de los 40 rescatistas de Protección Civil que participaron en la exhumación de 55 cadáveres de la mina La Concha, dijo que vio una “escena de película” al ver los cuerpos regados.

Con voz cansada por el esfuerzo desarrollado durante una semana, dijo que bajaron a 150 metros de profundidad y trabajaron sobre una bóveda de 15 a 20 metros de largo por seis metros de ancho, que era conectada por un canal de cuatro metros de largo por 1.50 de ancho.

“Trabajamos en medio de una absoluta oscuridad, que rompíamos solamente con las lámparas pegadas a nuestros cascos, lámparas de mano libre y luz artificial así trabajamos una semana…además de una temperatura de 14 grados.

”Explicó que junto a los rescatistas, todos enumerados por cuestiones de seguridad, los peritos especializados de la Procuraduría General de Justicia del Estado marcaban todos los indicios abajo y decían qué cuerpo subir a un tambo de plástico que utilizaban como elevador para sacar los cuerpos.

Amezcua Ávalos, quien es el director general de atención de desastre y emergencia de PC, recordó que desde las primeras horas del sábado se inició el trabajo en una primera instancia con el Centro de Atención de Emergencias que está en Iguala de la Independencia y finalmente se pidió la colaboración de Protección Civil del estado, luego de que los rescatistas se declararon sin la capacidad para poder realizar la tarea que realmente era gigantesca y dramática.

“El primero en bajar fue Nelson Isaí, el encargado del Centro de Atención de Emergencias en Iguala, quien reportó la escena que teníamos en la vista”.

—¿Y cuál fue la impresión?

—Fue una escena impresionante por la cantidad de cuerpos que se encontraban en el lugar…y la primera vez bajaron dos elementos e informaron que la cantidad de cuerpos no se podía cuantificar por lo complicado del lugar, pero sí vieron que eran muchos…

Toma aire y, como recordando esa imagen, añade:

“Es como una escena de película de horror… fue bastante impresionante ver los cuerpos regados, apilados, dentro del tiro de mina que es un respiradero que hacen los mineros para que no se produzcan gases.

Explicó que se utilizaron cuerdas, poleas y equipos especiales de respiración, exposímetros y medidores de gases tóxicos, que cuando marcaban cero contaminación peligrosa se pudo ingresar con un equipo especial, consistente en una mascarilla de respiración por protección.

No hubo tanques de oxígeno, y usamos mascarillas especiales que tienen filtro de carbón activado y quita el riesgo de aspirar cualquier gas tóxico.

En el fondo, en un pozo de agua del respiradero de mina encontraron cuerpos completos, otros sin brazos y amontonados, pero otros adentro del agua que debido al estado de putrefacción contaminaron el lugar.

Los más de 40 rescatistas serán revisados por un médico luego de permanecer por más de siete días de trabajo, donde prácticamente su labor era de más de 12 horas.

Para poder accesar mejor al tiro de la mina La Concha, tuvieron que utilizar a un geólogo de la subsecretaría de Protección Civil, quien encontró un acceso mejor para ingresar las camionetas y tan solo el día jueves sacaron 21 cuerpos.

Los rescatistas que bajaban de dos en dos junto con peritos de la Procuraduría de Justicia, trabajaron a una temperatura de 14 grados, dijo que quizá eso ayudo a conservar un poco más los cuerpos.

El cadáver del director del penal de Iguala, Daniel Bravo se le coloco el número 4 porque fue unos de los primeros en salir, estaba apilado con el resto y sin cabeza.

—¿Qué deja esta experiencia como profesionales del rescate?

—Es una experiencia que dentro de lo terrorífico que fue, tenemos el deber de crear conciencia entre la familia sobre la descomposición social que estamos viviendo y debemos de trabajar desde la niñez. Tenemos que incluir en esta experiencia a la ciudadanía y hacer participación ciudadana. Entre los muertos hay muchos jóvenes de 17 y 22 años, esperamos que las familias hagan conciencia, que a sus hijos los eduquen para hacerlos personas de bien.

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