Balacera: La verdad oculta


El origen del enfrentamiento es la fragmentación entre las células del cártel Arellano Félix, la secuencia de secuestros y levantones no autorizados, e incluso el asesinato de los tres agentes de la SIEDO la segunda semana de abril. Policías informaron que Teodoro García Simental fue llamado a cuentas por Francisco Sánchez Arellano y, ante la falta de respuesta, se desencadenó el ataque que dejó 15 muertos y otros tantos heridos. Todo sucedió en la impunidad y la parálisis de las corporaciones policíacas federales, estatales y municipales para patrullar la ciudad.


La realidad después de la matanza del sábado 26 de abril, cambia mínimamente el escenario anterior a la misma, para el crimen organizado y el narcotráfico en Tijuana:
* El desplante con que actuaron las células del cártel Arellano Félix en una céntrica zona de la ciudad de Tijuana, con 22 vehículos inmiscuidos en el enfrentamiento, y un saldo de 15 muertos, da cuenta de la impunidad que goza el crimen organizado en Baja California.


Aun con el anunciado patrullaje de las policías federal, estatal y municipal, ninguno pudo prevenir o impedir el enfrentamiento.


* A pesar del enfrentamiento entre Teodoro García Simental “El Teo” y Francisco Sánchez Arellano “El Ingeniero”, estarían negociando su coordinación solicitando uno a otro, la vida de elementos que participaron en la balacera, y los afectaron en sus respectivos bandos. Sánchez Arellano a quienes asesinaron a su brazo ejecutor. García Simental, a quien lo traicionó.
* Raydel López Uriarte “El Muletas”, no está muerto. Tampoco Filiberto Parra Ramos “La Perra”.
* En la matanza ordenada por Francisco Sánchez Arellano “El Ingeniero” quien más perdió fue precisamente él. En el fuego a mansalva asesinaron a su brazo ejecutor. Un hombre conocido como “El 7-7”.
* Fueron quince y no cuatro, los policías que participaron en la balacera del sábado 26 de abril. Diez de la Policía Municipal de Tijuana, cinco de la Ministerial del Estado.
* El bando de Teodoro García Simental “El Teo”, fue ciertamente el que más hombres caídos tuvo. Pero pocos de un nivel importante en la estructura del lugarteniente del cártel Arellano Félix (CAF). Fueron reclutados la misma noche del viernes. Por eso se les vio emperifollados. Andaban de fiesta o en conquista. Ni siquiera preparados para un enfrentamiento de ese nivel.
* Como siempre que sucede un acto delictivo del crimen organizado, un Policía Municipal ordenó por la frecuencia radial de la corporación “que se abrieran de la zona”. Le ordenaron no molestar.
* La cruenta balacera en el Guaycura no habría sucedido sin la participación activa y la complicidad de elementos de las corporaciones policíacas.
* El Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, dijo a la prensa que “Podemos resaltar el hecho que este tipo de reacciones del crimen organizado demuestran que con los operativos y acciones implementadas con el Ejército en conjunto con el Gobierno Federal, estatal y municipal, estamos dañando la estructura de los criminales”, sin embargo, el ataque a los sicarios fue una acción entre ellos y no una reacción concertada por parte de las policías.


La balacera
Existe una versión que indica que la noche del viernes 25 de abril los sicarios fueron llamados por sus respectivos jefes. Algunos ya andaban enfiestados. Corrieron la voz: “Vamos a escoltar a un jefe”, fue la instrucción.


La cita sería la madrugada del sábado 26 de abril. En el Guaycura. El mismo mensaje llegó a los policías presentes, más de 10 municipales y más de cinco estatales, según testigos.
Les informaron a los convocados que discutirían los “secuestros no autorizados”. Al menos así lo comunicaron a los jefes de sub célula que comisionaron para asistir. Horas antes, “El Ingeniero” había hablado con “El Teo” para acordar la cita en la que el lugarteniente debía estar presente, pero no lo hizo.


Cuando el enviado de Sánchez Arellano, un sicario conocido como “El 7-7” le informó vía radio que en el lugar de la cita no se encontraba ni Teodoro García Simental, ni sus principales sicarios, el sobrino de los Arellano habría dado la orden de acabar con los mensajeros. Así inició el enfrentamiento a balazos.


El bando de Sánchez Arellano estaba encabezado por “El 7-7”. Algunos de los presentes atestiguaron la presencia de Armando Villareal “El Gordo”
De la célula de García Simental llegaron puras “claves R” como se le conoce a los criminales que delinquen con Raydel López Uriarte “El Muletas”. Como puntero llegó el sicario conocido como “El Cabezón” y llamado Alejandro, pero el grupo fue encabezado por el ex policía Luis Gilberto Sánchez Guerrero “El Gil” y Alfredo Delgadillo Solís “La Máquina”. La madrugada del sábado 26 de abril, la instrucción fue llegar con armas largas, chalecos, y autos blindados quienes los tuvieran.


Otra versión de testigos indica que “El 7-7” se acercó y exigió que le entregaran a quien había hecho un levantón “sin permiso”. En dos ocasiones preguntó a gritos: “¿Éste es?”, pero Delgadillo Solís se negó a responder. Le dijo que él iba por un recado y hasta ahí.


Testigos relatan que sin mayor trámite “EL 7-7” disparó hacia la cabeza a “El Máquina”, quien fue levantado por sus secuaces y llevado para atención a la Cruz Roja, donde ingresó en estado de gravedad pero salvó la vida. Fue entregado consciente a las autoridades federales, y se ha negado a declarar haciendo uso de su derecho de reservarse.


El segundo en caer fue identificado como Cornelio. Estaba de escolta de Delgadillo Solís en la escena del crimen. El grupo de García Simental estaba siendo abatido cuando aparecieron, según declaraciones de testigos, los refuerzos comandados por “La Perra” en un auto blindado, y “El Güero Camarón” en otro.


Llegaron por atrás del grupo del “7-7” y en cuestión de segundos acabaron con la vida de éste, para huir hacia la vía rápida poniente. Dejaron tras de sí, el enfrentamiento que no duraría más de dos minutos, pero que sería de consecuencias fatales.


Los secuaces del hombre caído lo subieron a la parte trasera de un pick up para llevarlo a un hospital. Los rechazaron en el ubicado a un costado de la vía rápida, cuando los médicos de urgencias observaron que el hombre ya estaba muerto. Antes de ello, cuando intentaron darle los primeros auxilios, le rompieron el pantalón como procede en esos casos.


Testigos aseguraron que es el cuerpo que se les cayó a los sicarios en su huída a la altura del puente Benton, y que después fue rescatado por un comando a bordo de un Malibu negro con estrobos, custodiado por hombres tripulando un Silverado y un Cherokee que se dieron a la fuga justo cuando llegaba al lugar el director De Seguridad Pública de Tijuana, Julián Leyzaola. En un dejo de socarronería, los sicarios hicieron ademanes de despedirse del militar, lo cual llevo a los municipales a pensar que se trataba de policías estatales. Por eso no los detuvieron.


Armando “El Gordo” Villarreal corrió con mejor suerte. Durante el enfrentamiento, alcanzó a huir en una camioneta blindada. Dejó en el lugar, el cuerpo de otro sicario conocido como “El Pumita”, mismo que en el pasado, perteneció a la célula de su primo, Arturo Villarreal “El Nalgón”, preso en los Estados Unidos.


Al terminar la balacera dos policías comerciales heridos que participaron en el enfrentamiento, tomaron un carro y huyeron hacia el sector oriente. Los sicarios de “El Ingeniero” los siguieron y los alcanzaron en las inmediaciones de “El Monte de Los Olivos”. Ahí dieron muerte a Sergio Jiménez e hirieron a Luís Humberto Moreno.


Otro municipal, Eduardo Rojas Logan, fue herido a bordo de la unidad oficial que utilizó para escoltar a los sicarios. Logró dejar la escena del crimen apoyado por su compañero José Valentín García Topete y dos agentes de la Policía Ministerial, cuya identidad ya tiene determinada la Procuraduría General de Justicia del Estado, luego que junto a otros, no se han presentado a laborar desde el sábado 26 de abril.


El número de sicarios presentes en la balacera varía de 40 a 50 y llega a 100. Las investigaciones señalan hasta cinco sicarios por carro. 22 automóviles fueron confiscados en diferentes sitios de la ciudad.


Algunos de los hombres que perecieron en los vehículos estacionados, ni siquiera alcanzaron a sacar las armas. No esperaban un ataque.


Los detenidos y sus declaraciones
Los hombres que fueron aprehendidos por estar heridos y en posesión de armas y vehículos baleados, fueron remitidos a la ciudad de México al Centro Nacional de Arraigos.
Alberto Uribe Guevara y Alfredo Delgadillo Solís, se negaron a hablar.


Ana Jennise Heredia, una joven que trabajaba en una empresa de radios de comunicación y estudiaba la universidad, ha vertido múltiples y distintas declaraciones, que parecen tener la intención de complicar la investigación y tender una cortina de humo sobre el proceso. Los investigadores de la Procuraduría General de la República en cuyas manos se encuentra el proceso desde el miércoles 30 de abril, coinciden en que en la historia de la jovencita existen muchos huecos. Aún cuando tienen la certeza que la universitaria sí conocía a los miembros de las células del CAF.


El resto de la información proporcionada por la muchacha, sólo coincide en que los hombres detenidos habían sido llamados para cuidar a “un señor”, y que un hombre disparó sobre dos de los presentes y así inició la balacera. Y que el grupo donde quedaron numerosos carros baleados estacionados, fue copado por ambas salidas. Que un tercer grupo llegó por detrás del primero, les disparó y los aniquiló.


Los motivos de la balacera
“Insubordinación” entre criminales fue la causa del enfrentamiento a balazos entre dos células del cártel Arellano Félix, la madrugada del sábado 26 de abril en una calle paralela del bulevar Insurgentes en Tijuana.


La orden la dio el sobrino de los hermanos Arellano Félix, hijo de Alicia, que actualmente coordina al CAF en Baja California. Suponen investigadores que la razón fueron “levantones no autorizados, recursos que no se estaban reportando al cártel y desobediencia de instrucciones”. Indisciplina que se habría recrudecido a principios del 2008.


Policías municipales de Tijuana y estatales confiaron a ZETA que en febrero tuvieron informes que “El Teo” se había trasladado a Sinaloa, que vivía entre Mazatlán y Guasave, pero que mantenía el contacto con sus sicarios. Explicaron que así ejerció el control los últimos cuatro meses. Desde Tijuana le rendían cuentas Raydel López Uriarte “El Muletas” y José Filiberto Parra Ramos “La Perra”, principalmente. También agrupaba, aunque en otro nivel, a:
* Alfredo Delgadillo Solís “La Máquina”, encargado de un grupo dedicado a ejecuciones.
* El ex-policía Luis Gilberto Sánchez Guerrero “El Gil”, a quien acusan de ayudar a “El Muletas” en el operativo policíaco en Mariscos Godoy.
* Héctor Gómez Jiménez “El Búho”.
* Tres sicarios más conocidos sólo por Alejandro “El Cabezón”, “El Güero Camarón” y “El Águila”, según versiones oficiales, “un ex-ministerial que controla la piratería y es encargado de hacer acuerdo con los elementos corruptos de la PGR”.


Versiones extraoficiales señalan como actos de insubordinación de “El Teo” hacia el CAF, los siguientes hechos:
1.- Dos meses atrás fue privado de la libertad un familiar de Gustavo Rivera “El P1”. En aquel momento García Simental negó tenerlo capturado. Asumieron entonces, que se lo había llevado el Cártel de Sinaloa. Pero apareció10 días antes de la balacera, luego que su familia pagó el rescate.
Tras investigar el dinero, se habrían dado cuenta que el secuestrador fue un sicario de García Simental
2.- El secuestro del doctor Fernando Guzmán Cordero, director del Hospital Regional Número Uno de IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) y de la Clínica Guzmán en la colonia Herrera cometido el pasado martes 15 de abril en la vía rápida oriente. El doctor fue liberado horas después.
3.- Respecto al supuesto secuestro del primo de la detenida Ana Jennise Heredia González, como motivo de la disputa, la joven ya ha dado dos versiones. En la primera aseguró que cuando le pidió ayuda a “El Ingeniero” para liberarlo, le dijeron que no lo tenían. Ella les informó que su ex novio, Héctor Gómez Jiménez “El Búho”, quien trabajaba para “El Teo”, le había dicho que se lo podía entregar por la mitad de lo que le estaban pidiendo.
En la segunda versión ante los federales, la joven aseguró que ella había “puesto” a su primo para que lo secuestraran. Que trabajaba para “El Teo”, que le servía como “antena” en las calles por las que circulaban en sus operativos criminales y que incluso había participado en la balacera. Sin embargo otros detenidos niegan que una mujer haya participado, y dicen que Heredia fue herida en la balacera del Hospital Guzmán.
4.- “El Teo no se ajustó a la ‘normatividad’ del ‘Ingeniero’, no se subordinaba y llegó el momento en que ya ni el teléfono les contestaba, ya se sentía dueño de su área y sin necesidad de darle cuentas a nadie”, dijo un policía de Tijuana.
5.- El asesinato de tres agentes de la SIEDO (Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada) habría minado los acuerdos de “El Ingeniero” con mandos de la delegación de la PGR en Baja California.
Informes proporcionados a las autoridades locales por el Departamento Antidrogas de Estados Unidos (DEA) determinan: “El problema inició desde agosto de 2006 cuando detuvieron a Javier Arellano Félix, él (García) se desmarcó del resto de los lugartenientes. Sólo le respondía a Sánchez Arellano “El Ingeniero” y lo que hacía era mandar su parte de la cuota.
“Diversificó su actividad intentando abarcar toda la gama delincuencial: Indocumentados, robo a cajeros, secuestros, robo de alto impacto, robo a casas de empeño, a casas de cambio. Se le habían mandado mensajes que le bajara y se dedicara a su actividad normal, pero no lo hizo”.
En este contexto, aún cuando las autoridades presumen una negociación entre el par de lugartenientes, no descartan otras probabilidades: “Que El Teo se una al cártel de Sinaloa”, o que se independice de los Arellano Félix.


En cualquiera de los tres escenarios, se generaría otra ola de violencia en la ciudad.

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