“Narcos metieron dinero al cine”


Al pensar en Mario Almada elaboramos una imagen de rostro inalterable, serio, de mirada fija que se asoma bajo el pliegue de un sombrero tejano. Nos remite al Fiscal de Hierro, nombre de una película en la que actuó y que a la postre le configuró la leyenda. Pero fuera de esa construcción, su trato es amigable. Y nos recibe en su casa como si fuéramos sus amigos de toda la vida, en compañía de su hijo Marcos Almada, quien también se dedica al cine.

Mario Almada se dio a conocer en el llamado cine fronterizo, el de historias de policías, narcotraficantes, decomisos, un género que junto al “cine de ficheras” mantuvo ocupadas las salas populares en la década de los 80. “Hicimos (la película) La banda del carro rojo (en la que) traíamos 100 kilos de coca en las llantas. La pagamos. Nos matan al final. Yo digo: ‘Yo no sé cantar, sheriff.’ Y ahí me muero.”, dice el octogenario actor.

Célebre por sus papeles de incorruptible policía de sangre fría, dispara: “Pues sí, hubo narcos que metieron dinero al cine, ¿no? Y salían muy buenas las películas porque era mucho dinero”. Cuenta que en esas filmaciones, en las que se recreaban el ambiente del narcotráfico de aquellos años, no faltaron los sobresaltos: “En Michoacán llegaron los soldados. Y empezaron a disparar. ‘No tiren, que estamos haciendo una película’. ‘No, que ahí está un avión y que quién sabe qué’...”.

El actor de 89 años —quien en su más reciente papel dio vida al traficante de drogas El Texano en la película El Infierno, de Luis Estrada— comenta sobre las relaciones entre narcotraficantes y el séptimo arte: “Algunas novias (de los narcos) entraron de actrices”. Y la que no salía buena histrión, “pues le cortaban el papel. Por eso la bendita edición cinematográfica”.

Estas temáticas llevadas a una historia de ficción han sobrevivido al gusto generacional. Ahora se le suele llamar narcocine. Estas obras, especie de “películas de acción a la mexicana”, saltaron del cine al videohome, plataforma que en los años 90 disparó la producción en el país, pues por entonces se realizaban 200 películas al año. Filmadas en formato digital, el videohome facturaba películas de 20 mil dólares, con grabaciones de una semana y distribución casi inmediata a través de ventas en DVD, en videoclubes o para su proyección en canales de televisión, sobre todo para el sur de Estados Unidos.

Tras su captura, Édgar Valdes Villarreal, La Barbie, dijo ante la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), que había invertido 200 mil dólares para que se realizara una película sobre su vida, así como con los narcocorridos. Se dice que los miembros del crimen organizado ya también financian y se mandan a hacer sus propias películas.

Hay productores que rechazan recibir inversiones ilícitas para sus filmes. Uno de ellos es Marcos Almada, productor de videohomes e hijo de don Mario. “Las películas que yo he producido son mías. Yo he escrito el guión, yo soy el productor, el director. Y la verdad, nunca he tenido contacto con ninguno de ellos.”

Marcos Almada produjo este tipo de cintas pues la inversión en ellas siempre resultó un éxito: “Para qué te pones a pelear con el mercado. Si el mercado te pide ese tipo de películas pues se las das. Si te pones a hacer películas de arte, un poquito más profundas, más intelectuales, pues... te quedas con ellas.”

Sin embargo, el ocaso se está presentado. La piratería y la nueva tecnología han menguado la producción de este tipo de cintas, dice el también realizador: “El mismo video está desapareciendo, las películas ya las puedes bajar por internet”. No obstante, también cree que las temáticas y la dura realidad del país está influyendo en el gusto de la gente: “La parte del narco, de la violencia que ocurre en las calles, de que secuestraron a tal, la gente eso sí ya no quiere ver”.

Y al menos, por ahora, los Almada no quieren saber de estos temas: “Dejamos las armas y ahorita estamos haciendo películas con crucifijos y escapularios”. Este 2011 se cumplen 300 años de la muerte del padre Eusebio Francisco Kino, un misionero jesuita italiano afincado en México a fines del siglo 17. “Un personaje del estado de Sonora. Y pues como buenos sonorenses nos interesamos en realizar este documental, una recreación con personajes desde su nacimiento hasta el descubrimiento de sus restos en Magdalena de Kino, Sonora”.

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