Cultura de la violencia penetra a sociedad mexicana como falso remedio al mal


Entrar a un restaurante llamado "Il Capo", comer tacos en "Los ilegales", beber el vino mexicano "Clandestino", visitar un museo con pistolas de oro decomisadas a los barones de las drogas o ver una telenovela sobre una heroína del narcotráfico se está volviendo común en un país lastimado por la violencia.

El baño de sangre en México, atribuido a la guerra que libran los carteles de la droga y a la estrategia gubernamental por contenerlos con 50.000 soldados, ha dejado desde 2006 una estela de horror, con casi 40.000 asesinatos.

En este panorama, en el que ya existían desde hace décadas los narcocorridos y el culto a imágenes como el bandido Jesús Malverde y a la Santa Muerte, los mexicanos asisten a la penetración de la cultura de la violencia en su quehacer cotidiano.

"En el México salvaje... (hubo tantos muertos)" o "El parte de guerra" son ya frases comunes en los noticieros de radio.

El sicólogo Giuseppe Amara dijo que esto de poner nombres de capos a restaurantes o artículos de consumo es un recurso frente a la desesperanza, porque la gente se siente impotente "ante esta situación aterradora en la que hay poca gobernabilidad".

"Esta tendencia a buscar un humorismo negro es un juego de farsa, de alegría irresponsable. Es la ridiculización del mal a través de ironías y risa, convirtiéndolo en algo de no esperanza", agregó.

Para los productores del vino "Clandestino" (Casa de Piedra), su caldo fue lanzado no como una apología del delito, sino como llamado de atención sobre las consecuencias de la guerra del Gobierno federal contra los carteles, que está afectando a la población.

La etiqueta de "Clandestino", de las que se elaboraron 5.000 botellas, reproduce un grafiti del célebre artista Banksy en el que se ve a una niña cachear a un militar que está contra la pared, sobre la que está recargado su fusil.

La idea es mostrar a las autoridades lo que la población siente en los retenes militares, explicó Hugo Enrique D'Acosta López, propietario de Casa de Piedra y artífice de este caldo a base de grenache.

Los mexicanos pueden también beber una cerveza "Malverde" o ver la telenovela "La reina del sur", una adaptación de la obra homónima del español Arturo Pérez-Reverte que trasmite la cadena Televisa.

Además, han asistido en gran número al éxito de la película "El infierno", un retrato del narcotráfico en el México actual y convertido en el filme con más nominaciones para la próxima entrega de los premios Ariel del cine mexicano.

En un barrio bohemio de la capital mexicana se puede asistir a tomar un trago en el bar "Malverde" (Santo ligado al narcotráfico) o en Guadalajara al "Opio".

El Ejército mexicano tiene en su sede central el Museo del Enervante, que no está abierto al público, pero sí a la prensa y diversos expertos y estudiantes, y guarda las excentricidades de los barones de la droga, como armas bañadas en oro y con incrustaciones de diamantes.

Tras la captura el año pasado de varios capos que lucían camisas de una determinada marca de lujo, éstas se pusieron de moda y la piratería halló una nueva veta al colocarlas en puestos callejeros a un precio accesible.

Apenas en 2007, cuando la pesadilla empezaba, la exposición "Navajas" puso a muchos los pelos de punta, pues mostraba ropa de víctimas del crimen organizado y cobijas con restos de sangre en las que fueron envueltas.

La artista de esta muestra buscó expresar "su preocupación por el creciente entorno de violencia que subyuga a la sociedad actual".

En la lista de los libros más vendidos de la pasada semana estuvieron "Los Señores del Narco" (Anabel Hernández) e "Historias de muerte y corrupción" (Julio Scherer).

Y si alguien quiere estar al día sobre la violencia, puede visitar el blog del narco.

El sicólogo Amara dice que no hay que censurar la información sobre lo que pasa en el país, pero se debe tener cuidado en no hacer apología de los criminales.

En este macabro collage mexicano han puesto su parte los sicarios, quienes en lugar de ocultar sus crímenes los exhiben al colgar a sus víctimas de puentes o colocar cabezas humanas sobre las calles.

En busca del hilo de Ariadna que los saque de este laberinto, grupos civiles se organizan cada vez más para protestar contra la violencia y construir un pacto con autoridades para reconstruir el tejido social.

1 comentarios:

eL SPIER Says:

Muy cierto, quisiera saber si me pueden ayudar con el nombre del autor de esta nota, es para un trabajo de la escuela, gracias...

Publicar un comentario