Rechazan ser como los narcos, pero los admiran


La moda, la música y la veneración por los cultos de Jesús Malverde y la Santa Muerte gozan de una excelente popularidad en Sinaloa, estado-cuna de importantes narcotraficantes y donde la gente común y corriente rechaza ser como ellos, aunque los admira.

Jesús Malverde, considerado el “patrón” de los narcotraficantes y venerado como “santo”, sin reconocimiento de la Iglesia católica, es un ejemplo a seguir en Sinaloa. Encarna al bandido bondadoso que recuerda al narcotraficante su compromiso con el pueblo.



En Sinaloa y otros estados existe el término buchón, con tintes peyorativos, que se refiere a aquellas personas fanáticas del mundo de los narcotraficantes que, sin embargo, jamás formarán parte de esos grupos criminales.

Pedro Pérez tiene 24 años, es conductor de un autobús urbano y siempre ha soñado con ser un hombre respetado, el orgullo de su familia e ídolo de su mujer. Su primer narcocorrido lo escuchó a los 12 años. Era la historia de Lamberto Quintero, un narcotraficante que murió en 1976, “muy cerquita del Salado”, como dice la canción.

“Yo no le hago a la droga, nunca lo haré, es algo que mi mamá me enseñó, pero eso no me quita que me encanten los corridos. Me gusta la cerveza y soy un mujeriego descarado”, dice Pedro.

Viste una playera llamativa, con dragones rojos estampados, adornada con brillantes plateados y una gorra de parecida estética, adornada con una hoja de mariguana.

Para Pedro ser llamado buchón carece de connotaciones negativas. “Lo buchón —como le dicen— se lleva en la sangre. Es algo que te gusta y ahí te quedas. Yo no le hago a las cosas sucias, pero las respeto, es gente que se rifa la vida y por eso la admiras”, expresa.

En casi ningún estado es tan evidente como en Sinaloa, el aprecio por estos héroes populares, en torno a los cuales se ha generado una especie de narcocultura irresistible.

Gloria Lizárraga tiene en Mazatlán un negocio de gorras y cinturones. Ha sido vendedora ambulante durante más de 25 años y explica que el precio más alto del negocio lo tienen los artículos hechos con diamantes de imitación y bordados de la Virgen de Guadalupe, Jesús Malverde o la hoja de mariguana.

Lizárraga lo ha entendido a la perfección. Ni la ropa deportiva de los equipos ni la del superhéroe de la historieta venden tan bien como una gorra buchona.

“Todo mundo quiere una, no importa que no sea original mientras dé el ‘gatazo’ (engañe). Cualquier cosa que parezca que tiene diamantitos les llama la atención”, explica.

Ropa, joyería, música y hasta creencias religiosas, ningún detalle se descuida, en todos los aspectos hay un guión establecido.

Karla Osuna, dependienta de una tienda esotérica, afirma que creer en Malverde o en la Santa Muerte es cuestión de fe y necesidad. A Malverde “lo buscan mucho porque es como el patrono, pero ahora también buscan a la Santa Muerte, a ella se le pide protección”.

La admiración por los narcotraficantes desde hace años se plasma en narcocorridos, composiciones que pregonan historias, justifican las muertes, enaltecen al líder, lo humanizan y a su muerte lo convierten en leyenda. “No creo que me animara a matar, pero se me enchina la piel de lo bonito que se escuchan las historias, te emocionas, es inevitable”, comenta Pedro Pérez.

1 comentarios:

Anónimo Says:

Jajajajajajajajajajjajajaja eso ni es cierto todo lo que dice ahi jajajajajjajajaja ese pedro perez ni existe yo conosco al bato y nada de lo que dice ahi es verdad jajajaja q mamadas!!!

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