El Grande vivía con su esposa, suegra e hijas en Puerta de Hierro en Puebla


Tuvo que ser en domingo y a la hora –antes de las dos de la tarde- que muchos padres y madres de familia se preparaban para ir a comprar la comida del día. El fuerte operativo de más de 200 marinos que bloquearon en unos segundos toda la avenida 15 de Mayo del bulevar Hermanos Serdán a la avenida Esteban de Antuñano generó alarma y más cuando les dijeron que tenían que permanecer encerrados en sus hogares.

Dos helicópteros minutos después bajaron en los jardines del fraccionamiento Puerta de Hierro y los vigilantes del acceso estaban inhabilitados y con una pistola apuntándoles a la cabeza.

No pudieron llamar a nadie ni tomar los telefonazos de unos vecinos angustiados por la incertidumbre –ellos tampoco sabían lo que pasaba- que nerviosos aguantaron en sus hogares mientras los cuerpos especiales de la Secretaría de Marina cateaban dos casas y encontraban a Sergio Villarreal uno de los hombres claves en la estructura del cartel de los Beltrán Leyva, cuyo jefe "El Barbas" cayó hace unos meses en un operativo en Morelos pero contaba ya con residencia y hacia visitas continuas a la capital poblana.

El operativo fue, como dicen los especialistas, "quirúrgico". No se disparó una sola bala y se llevaron al presunto delincuente que tiene órdenes de aprehensión en México y Estados Unidos y a por lo menos tres sospechosos de ser sus cómplices por aire al Distrito Federal.

No se supo nada de las hijas, de la esposa ni de la suegra con las que se presentó el "señor Garza de Guadalajara" –en la segunda quincena de agosto- a rentar en 57 mil pesos mensuales la casa de Mercaderes 2 y para la que dio un adelanto de 285 mil pesos a la dueña, una señora de apellido Leyva, sin que se sepa tenga vinculación con los delincuentes.

En el interior las camas gemelas de dos cuartos de niños estaban tendidas y había mesas como para una fiesta infantil. No dejaron huellas ni tampoco vigilantes policíacos o ministeriales en el hogar. Solo aseguraron y se llevaron dos vehículos –un Audi 6 y una Land Rover último modelo, ambos blindados- pero la casa quedó abierta y sin vigilancia. Al parecer lo que tenía en su interior no les interesó a los marinos que ejecutaron la acción.

Cuentan que llegó con buenos modales a presentarse con el presidente del fraccionamiento y lo acompañaba su esposa y una suegra, con apariencia juvenil. No generó ninguna sospecha y solo pidió que le dieran cinco controles remotos para abrir las plumas que hay en los accesos al fraccionamiento. Normalmente no hay más de tres por casa, pero él explicó que su gente de confianza –no guardaespaldas ni cuerpo se seguridad- que eran un chofer y un ayudante los necesitaban. Se los dieron.

En el guardarropas de El Grande había por lo menos 15 camisas nuevas de la marca Polo talla XXG y solo cinco jeans, botas y calzado deportivo.

Hoy la información ocupará los horarios estelares en televisión y radio y las primeras planas de los diarios nacionales, era uno de los estrategas del cartel de los Beltrán Leyva, pero deja varias incógnitas a los poblanos que hasta ahora nos hemos sentido ajenos a la presencia de estos hombres desalmados que encabezan bandas que lo mismo envenenan a los jóvenes, que secuestran y chantajean a la gente que trabaja para forjar un patrimonio.

El riesgo está latente y no olvido aquella vez que Manuel Bartlett me advirtió en el comedor de Casa Puebla: "el narcotráfico es como la humedad, entra por cualquier rendija". Y en Puerta de Hierro, los poblanos lo confirmamos.

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