Lider Zeta colaborador de exprocuradora de Puebla


Manuel Antele Velasco, “el dedo de ‘Los Zetas’”, fue del grupo especial de la maestra Villeda, exprocuradora general de Justicia. Se dio de baja —él mismo se fue— el 25 de junio de 2006, al considerar que ganaba poco dinero, tras una discusión donde lo acusaban de haber pedido 300 pesos para gasolina y así realizar una investigación.

“Me voy con ‘Los Zetas’”, le dijo a sus amigos de confianza, y botó al piso la credencial que lo acreditaba como el agente 134, adscrito a la Séptima Comandancia de la Policía Judicial del Estado (PJE). Se fue a su natal Catemaco, Veracruz, y antes de cumplirse dos años regresó, con un presunto rango en las filas del grupo armado del cártel del Golfo.

Antele Velasco fue uno de los consentidos de Blanca Laura Villeda Martínez, exprocuradora general de Justicia y actual juez a cargo del Juzgado de Primera Instancia de Tepeaca, cargo que asumió a seis meses de dejar de ser procuradora y sin esperar el año sabático que se exige a quienes aspiran a cargos en el Poder Judicial; a fin de cuentas, si Humberto Rosales Bretón fue magistrado, luego procurador y enseguida magistrado, a ella no podía negársele nada.

Este hombre, en sus tiempos de judicial, se hizo de las amistades necesarias para operar a favor de la maestra Villeda; fue su oreja, quien se encargaba de delatar grupos de agentes que estuvieran en su contra, por lo mismo tuvo acceso a informaciones de tipo confidencial, conoció quiénes eran los comandantes que se podían corromper y quiénes eran los principales líderes de grupos delictivos en Puebla, informes suficientes como para ganarse un ascenso en las filas de “Los Zetas”, con la intención clara de crear una red de delincuentes que pagaran “rentas” al grupo armado, como lo hacían y lo hacen con algunos personajes de la PJE.

Una vez que le perdieron la confianza a Manuel Antele Velasco, el agente 134, éste decidió salirse de la corporación y cambiar de mando. A bordo de una camioneta Hummer de color negro se le apareció a varios de sus compañeros, a quienes, aprovechando que venía escoltado por al menos cinco sicarios, los desarmó, los humilló y al final los invitó a formar parte de la nómina del crimen organizado; algunos aceptaron, otros reportaron lo sucedido.
Contacto en Los Fuertes

Antele apareció como integrante del grupo “Zeta” cuando agentes de la PJE interceptaron en la zona de Los Fuertes —el pasado 10 de junio— dos vehículos donde viajaban personajes del Ministerio Público federal, adscritos a Puebla, cuyas identidades nunca se revelaron. Víctor Hugo González Figueroa, originario de Tamaulipas; Víctor Hugo Amador Sandoval, originario de Veracruz, y Juan José Olivares Torres, también de Tamaulipas, dijeron ser del grupo armado, y que en esos momentos estaban pactando la compra de la plaza Puebla para poder operar; los tres últimos sujetos llevaban una maleta con 150 mil pesos.

El exagente llegó al lugar con otros “zetas”, ofrecieron una suma importante de dinero para que los detenidos fueran puestos en libertad, pero también les dijo que al haber trabajado en la PJE tenía nombres, direcciones, apodos de cada uno de los empleados y les advirtió que si no le entregaban a sus amigos “no se la iban a acabar”; pese a la amenaza, los tres personajes arriba descritos fueron entregados prácticamente en las manos de la delegada de la Procuraduría General de la República, junto con sus ministerios públicos, y a todos los puso en libertad.

De cuando los “zetas” fueron liberados por la PGR

Juan José Olivares Torres, uno de los detenidos aquella tarde, es nada menos que Juan Carlos Garza Martínez, “El Tizoc”, “El Papá”, “El Comandante” o “Juanillo”, jefe del grupo que iba a ser linchado en Tlapanalá por una centena de campesinos. Este hombre era el jefe regional de “Los Zetas”, quien ahora enfrenta cargos federales por portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército mexicano, por delincuencia organizada y por delitos contra la salud. Fue uno de los que la delegada de la

PGR puso en libertad, sin averiguación alguna.

¿Será éste el motivo del silencio de la PGR ante la presencia del crimen organizado en Puebla ?

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