La fe y los santos, soporte de narcotraficantes


Entre el fervor religioso y la violencia extrema, los narcotraficantes mexicanos se mueven con igual facilidad. Su religiosidad es su soporte para interactuar socialmente, igual que sus armas su respaldo para sobrevivir con impunidad e imponerse en su mundo delincuencial. Sus prácticas religiosas, como sus actos criminales, han quedado registrados en expedientes de la Procuraduría General de la República, además de ser temas de debate y análisis entre especialistas en seguridad, sociólogos, religiosos, investigadores de las religiones y de la cultura.

El desdoblamiento de los narcos entre lo terrenal y lo espiritual tiene diversas facetas y explicaciones para autoridades, expertos y religiosos. Va desde prácticas culturales y sociales, necesidad de cohesión y unidad dentro del grupo criminal, hasta la autojustificación moral y ética, pero igual es tema de investigación dentro de la seguridad para lograr no sólo entender su proceder, sino también para lograr su captura y el desmembramiento de las organizaciones a las que pertenecen.

Parte también del folclor del narcotráfico, las prácticas religiosas de los capos de las drogas y sus sicarios, con todos sus simbolismos, están presentes en obras literarias, académicas, de seguridad pública y también en las acciones policiales donde capos del narcotráfico han sido detenidos o asesinados, ya sea en bautizos, fiestas de 15 años, bodas y hasta sepelios.

Vertientes religiosas del narco

De hecho, hay varias vertientes religiosas dentro del narcotráfico plenamente identificadas, asegura Martín Barrón, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe) y especialista en temas de seguridad pública y crimen organizado. Explica que entre estas líneas están las que tienen que ver con el fervor católico, el culto al llamado “Santo Malverde”, las de la Santa Muerte y los santeros, además de aquellos que se creen escogidos como parte de una encomienda divina. “Algunos pensarían que por el ambiente de violencia en que se mueve la gente vinculada al tráfico de drogas no cabría un mundo de religiosidad, pero hay todo un mundo de creencias no sólo para lavar sus conciencias, sino incluso ya hasta para justificar como una acción divina sus actividades ilícitas”.

La vertiente mayoritaria sin duda, agrega, es la vinculada a la religión católica y ello lo podemos ver en las criptas de quienes mueren por esta actividad, los afiches que portan y sus actividades sociales en bautizos, bodas, sepelios. No olvidemos que hasta algunos de los jefes de esta actividad criminal, en específico los Arellano Félix, pudieron reunirse en algún momento con el nuncio Gerónimo Prigione, tras el asesinato del cárdenas Juan Jesús Posadas Ocampo, las capturas de algunos capos en eventos religiosos como bodas, 15 años o bautizos, los escándalos por las llamadas narcolimosnas, entre otros.

Las creencia religiosa es muy evidente, comenta y añade que incluso en algunos casos se han valido de todo este mundo religioso para obtener reconocimiento dentro de una comunidad, como por ejemplo donando dinero para mejoras de templos o apoyos para festividades, lo que los convierte ante los ojos de los demás como “buenos creyentes”.

Buscan cohesión y unidad

El investigador y especialista en seguridad nacional, José Luis Piñeyro, comenta que cualquier organización sea del tipo que sea debe mantener cierto grado de cohesión, unidad que se logra a través de ciertos principios o simbolismos que van desde los políticos, religiosos, éticos u otros que son fundamentales para el mantenimiento y reproducción del grupo, como sucede también en el caso del narcotráfico o el crimen organizado.

La cohesión del grupo bajo principios no sólo permite la unidad, sino también asegura la lealtad, la permanencia de los miembros, la legitimidad de las jerarquías y la fuerza ante cualquier rival o enemigo, como puede ser en el caso de los cárteles de la droga frente al Estado o los cuerpos de seguridad institucional, así como también frente a otros grupos rivales de narcotraficantes.

Por ejemplo, explica, el caso más evidente y actual de ello es el de La Familia Michoacana, cuyos miembros reclutados son adoctrinados y se les prohíbe ser alcohólicos o drogadictos, pero por otra parte son capaces de generar una gran violencia y contribuyen a la drogadicción e inseguridad entre la población, lo cual pareciera un mensaje contradictorio o esquizofrénico de ese grupo, pero no lo es si lo vemos en función de su necesidad de cohesión e identidad que requiere la organización criminal frente a otros cárteles enemigos, el Estado y la policía.

“No es contradictorio en términos de las necesidades que tiene la organización en su operación y sentido interno, hay una lógica si lo vemos desde este ángulo de supervivencia y mantenimiento del grupo”, comentó.



Una religión a su medida

Para la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Sociales y Antropológicos (CIESAS), Elena Azaola, la necesidad de creer en fuerzas superiores que los protejan, los justifiquen ante ellos mismos, los hagan aceptables en su entorno inmediato, entre otros tópicos, hacen que no sólo los narcotraficantes, sino una gran cantidad de delincuentes acudan, profesen, rindan culto o se inventen las más diversas y disímbolas religiones o santos.

Tratar de comprender el mundo en que se mueven a nivel de pensamiento, debería ser una línea muy sería para crear inteligencia para detener a delincuentes y desmembrar sus organizaciones, indica Elena Azaola.

Penetrar en ese mundo de los criminales, lo mismo que a sus vínculos terrenales, deben ser parte de un mismo trabajo de investigación policial, subraya la especialista.

El punto de vista del obispo de Saltillo, Raúl Vera, sobre la relación entre quien pertenece a un sistema criminal y busca de alguna manera una fuga religiosa, parte de una consideración de Chesterson: “quien no conoce a Dios ante cualquier palo se hinca”. Y de ahí pasó a las Sagradas Escrituras que establecen que el verdadero conocimiento de Dios está en el amor al hermano, al prójimo. “El que dice conocer a Dios y está odiando a su hermano, es un mentiroso”.

Desde el punto de vista teológico, dijo, siempre hay una relación entre Dios y la imagen de Dios en el hombre y para entenderlo hay que tener una concepción muy clara de Dios, personalmente creo que un camino para conocerlo nos lo ofrece el mismo ser humano. “Conocer a Dios va muy de la mano de nuestra conducta y comportamiento humano, porque según la idea que tengas de Dios va a ser el tipo de sociedad a la que tu contribuyas”, estableció.

Entonces el cómo entiendo yo ese fenómeno de la religiosidad entre quienes viven bajo un sistema criminal, pues como que quieren una religión a su medida. “Puede ser el culto a la Santa Muerte, los cultos satánicos o cualquier otro que se quieran inventar”, comenta el obispo Vera.

Satanizan cultos

La mayor parte de narcotraficantes no son en su totalidad devotos de la Santa Muerte, dice David Romo, quien encabeza este culto en México. “En su mayoría —aclara— son devotos de San Judas Tadeo, ese es uno los diagnósticos que podemos hacer con certeza. Y si bien hay quienes erigen en sus casas altares a la Santa Muerte, hay que tomar en cuenta que la devoción está aún en un estado primitivo, hay muchas corrientes y expresiones y resulta que a veces a la Santa Muerte se llega por encomienda, un chamán o del esoterismo que la recomiendan como protección, pero no quiere decir que sean devotos”, señaló.

Nuestros devotos son gente común, que se dedica a todo tipo de actividad en México, que llevan una vida regular, que trabaja y se esfuerza para vivir dentro de los cauces y medios legales, afirmó. Sobre la vinculación que se ha señalado entre esta religión y actividades criminales, explicó que ello es parte de “una campaña negativa hacia la veneración de la Santa Muerte que viene de la Iglesia romana, que al mismo tiempo los medios se han encargado en enfatizar, cuando en realidad no tiene nada que ver una cosa con la otra”.

Nosotros, asumió, tenemos un control sobre nuestros fieles y sabemos a qué se dedica cada uno de ellos. “Se nos ha satanizado, se nos trata de marginar, discriminar y no lo han conseguido porque en nuestros santuarios, altares y templos no permitimos situaciones que nos vinculen con actividades delictivas, por el contrario luchamos porque los jóvenes no entren al mundo de las drogas”,dijo el dirigente de la Santa Muerte.

Tampoco, agregó, nos pueden encasillar como un culto entre quienes están en prisión. En las cárceles hay en su mayoría católicos, cristianos, protestantes y sí hay devotos de la Santa Muerte, pero no es el culto que esté extendido entre ellos.

Pluralidad religiosa

Para el antropólogo Elio Masferrer Kan el asunto de la religiosidad en el narcotráfico es más sencillo de lo que la gente quiere asumir. Los narcotraficantes como miembros de la sociedad participan de la pluralidad religiosa que hay en la sociedad. “Y son creyentes, a veces más creyentes o más practicantes que los miembros de otros segmentos de la propia sociedad”, expresa.

El también presidente de la Asociación Latinoamericana para el Estudio de las Religiones dice que lo anterior es así porque la actividad de los narcotraficantes tiene un alto riesgo y entonces en definitiva tienen que controlar o manejar niveles altos de incertidumbre, y cómo lo hacen, con actividades de tipo religioso. Desde esa perspectiva no tiene por qué sorprendernos que haya quienes sean devotos del catolicismo, que otros adoren a Jesús Malverde, a la Santa Muerte o practiquen el santerismo.

Ahora bien, agrega, “el culto a la Santa Muerte y a Malverde está perfectamente documentado que aparecieron desde mucho antes de que se diera el fenómeno del narcotráfico. Es necesario destacarlo porque a veces parece que los narcos inventaron esos cultos y no es así.

A esas imágenes se les ha relacionado directamente con los capos, los sicarios y otros, pero no se puede encasillar ni descalificar a un culto así porque sí. La libertad de culto permite a la gente adorar o venerar a quien quiera, todo está bien hasta ahí. El peligro viene en hacer generalizaciones de las religiones.

“No se puede decir que todos los devotos de la religión católica sean alcohólicos, que todos los cristianos sean unos cínicos, que todos los judíos son agiotistas, que todos los musulmanes son terroristas y por eso no se puede estereotipar a un culto por lo que puedan hacer algunos miembros de cada religión”, finaliza Masferrer.

1 comentarios:

Anónimo Says:

Muy buen artículo. Me alegra que alguien deje en evidencia la conexión entre las creencias y las acciones de estas personas.

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