
La investigación militar que terminó con la captura de Ángel Jácome Gamboa, fue efectuada a precisión.
El capo fue seguido y prácticamente arrinconado en el salón donde festejaba a una jovencita acompañado de su célula criminal.
Aun cuando se negaba a develar su identidad, una vez en el interrogatorio, fue muy participativo con los federales y los militares.
Dio santo y seña de sus actividades criminales y las del cártel Arellano Félix.
Fue una operación quirúrgica del Ejército Mexicano.
No se utilizó un solo disparo. Sí mucho trabajo de inteligencia previo. De seguimiento.
Por eso la madrugada del domingo 8 de marzo, todo estaba listo. Miembros del Ejército Mexicano llegaron hasta el salón de fiestas Mezzanine y detuvieron prácticamente a toda una célula del cártel Arellano Félix. La encabezada por Ángel Jácome Gamboa El Kaibil.
Dos situaciones fueron las primeras que reconoció el sicario aprehendido:
1.- La estructura delictiva de Teodoro García Simental �El Teo� regresó a ser una célula más del CAF. Que con permiso de Fernando Sánchez Arellano �El Ingeniero�, se dedican al trasiego de droga y al secuestro de empresarios, comerciantes y personas adineradas en Tijuana.
2.- Ratificó lo que ha sido una realidad velada, la utilización de Policías Municipales de Rosarito, Ministeriales y Estatales Preventivos, en actividades ilícitas a cambio de pagos semanales y quincenales que se contaban en cientos de dólares.
Jácome Gamboa fue más allá: Proporcionó la media filiación de �El Teo� y sus principales colaboradores. También denunció por lo menos quince casas de seguridad, entregó a un secuestrado y a seis policías a su servicio. Que le servían incluso como escoltas, además de ser informantes, plagiarios y ejecutores.
El Gobierno del Estado de Baja California, se vio infiltrado en su más íntimo círculo de seguridad: La escolta oficial del Mandatario José Guadalupe Osuna Millán y la de sus familiares.
La noche que el Ejército Mexicano entró al Mezzanine por la salida de emergencias, no imaginaban que encontrarían a una célula completa. Tampoco que de esas detenciones, se darían una serie de aprehensiones entre policías del estado y municipales. Llegaron sigilosos aun antes que iniciaran los 15 años de la sobrina de la mujer de Jácome.
Rondaron el salón acompañados de ministeriales honestos. Observaron que la entrada principal del centro recreativo estaba cerrada con candado. Los invitados debían entrar, previa autorización, por la salida de emergencia. Fue evidente que se trataba de un festejo con narcotraficantes escurridizos en su interior.
Pasada la una de la madrugada, el Ejército rodeó el salón e irrumpieron en su interior.
Sabían a quién buscaban porque lo vigilaron hasta tenerlo concentrado en el lugar. De inicio no lo ubicaron. Pero observaron cómo una bolsa estaba abandonada en la mesa de regalos. En su interior había billetes de diferentes denominaciones, un anillo con una calavera cubierta de diamantes y con los números 89 por un costado y 3 por el otro. Además una gruesa cadena de oro soportando una medalla hecha con una moneda de 50 pesos en oro puro engarzada en diamantes de corte rectangular. Además, una pistola con cacha dorada, tres imágenes de la santa muerte y dos inscripciones en el carro: �Teo� por un lado, �Tres Letras� por el otro.
Ante el hallazgo, la presunción de que ahí se encontraba Teodoro García Simental se robusteció. Tres hombres con las características del capo fueron separados del grupo: Subidos de peso, de mediana estatura, gesto adusto. Rápido se hicieron los comparativos con gráficas del lugarteniente, exámenes, interrogatorios y verificación de autenticidad de identificaciones. Finalmente se descartó la presencia de �El Teo�.
La realidad era que los artículos, el anillo, la pistola y la cadena con la medalla, fueron manufacturados especialmente para García Simental, pero éste los regaló a sus principales colaboradores: Raydel López Uriarte �El Muletas�, Filiberto Parra Ramos � La Perra �, otro apodado �El Tigre� y a Ángel Jácome Gamboa �El Kaibil�.
Este último era el personaje principal, después de la quinceañera por supuesto, de la celebración. De acuerdo a las autoridades, �El Kaibil� había llegado a festejar a su sobrina política, y se hizo acompañar por 21 de los 27 miembros de su célula delictiva. A cinco los había dejado cuidando casas de seguridad donde mantenían cautivas a tres personas, según informaron al ser detenidos.
Al entrar los soldados al salón, Jácome se despojó de las joyas, las metió en su bolsa y ésta la dejó en la mesa de regalos. Luego tomó asiento en actitud disimulada. Para pasar desapercibido. Intentó conservar la tranquilidad mientras otros invitados corrían de un lado a otro en medio de la confusión.
Las fuerzas castrenses pusieron a todos los hombres boca abajo contra el piso y después los separaron de las mujeres. Los militares empezaron a preguntar entre el grupo de varones, que dónde estaba �el bueno�, que quién era el dueño de los objetos, además, que quiénes de ellos formaban parte del crimen organizado, lo hicieron muchas veces en varios tonos y con diferente léxico, mientras Ángel Jácome continuaba intentando pasar inadvertido. A pesar que algunos miembros del Ejército ya lo habían identificado debido a su brazo lesionado, resultado de una balacera que sufrió en Rosarito en 2008.
Al ver que no se entregaba, y que de hecho pretendía no ser visto, uno de sus subordinados se envalentonó: "No es posible que este bato sea tan culon", dijo a los soldados, al tiempo que espetó a Jácome a identificarse y entregarse. Pero éste continuó en su presunto anonimato, hasta que el delator lo señaló directamente.
El Ejército entonces, lo aprehendió.
Una vez identificado, el subordinado delator, señaló a cada uno de los miembros de la célula de "El Kaibil".
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