
La guerra de los cárteles del narcotráfico tiene contra la pared a más de la mitad de los 81 municipios de Guerrero.
El repunte de la violencia de “alto impacto” —con más de 360 ejecuciones en 2008— los secuestros y la creciente corrupción policial, son resultado de la lucha que libran aquí las facciones de los grupos criminales dirigidos por los hermanos Beltrán Leyva, Los Zetas, La Familia, Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo Guzmán y los Carrillo Fuentes.
Informes de la Procuraduría General de la República (PGR), la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil del estado revelan que militares, policías, taxistas, ganaderos, campesinos, jefes de células del narcotráfico, se encuentran entre las víctimas de la violencia empleada por los grupos criminales.
Todo, para apoderarse de las rutas del tráfico de drogas en las regiones de la Costa Grande, Tierra Caliente, la sierra de Filo Mayor y municipios que convergen hacia el centro de la República.
Las confrontaciones en esos sitios tienen nombres de responsables, de acuerdo con autoridades federales. Rogaciano Alba, Mario Pineda, El MP o El Rojo, Rubén El Nene Granados y una lista de apellidos de familias en las que se entrelazan intereses políticos, económicos y criminales en esas zonas del estado.
La detención del comandante de la Policía de Zihuatanejo, Timoteo Mata Cruz, El Fibras, y de Luis Antonio Romero de los Santos, El Chavo, y 22 policías y sicarios al servicio de los Beltrán Leyva —investigados por la matanza y decapitación de ocho militares apenas en diciembre pasado— es el caso más reciente de corrupción policial, pero no el único.
La Secretaría de Seguridad Pública del estado cesó a más de mil 500 de sus hombres en los últimos tres años tras una serie de ejercicios de depuración, pero lo sucedido en las corporaciones municipales es un misterio, ya que nadie sabe quién entra o sale.
La contención de la violencia y la depuración policial son los principales retos de los presidentes municipales que asumieron sus cargos el primer día del año, de acuerdo con un análisis del gobierno del estado.
El secretario de Seguridad Pública y Protección Civil, general Juan Salinas Altés, señala que los primeros seis meses del año serán cruciales para depurar y eficientar las corporaciones policiales, que en el caso de la dependencia certificará y examinará a cada uno de los casi 10 mil 600 hombres que la conforman.
Igual deberá realizarse, dijo, en las policías municipales, el eslabón más débil que ha encontrado el crimen organizado para sus operaciones ilícitas.
En los casi 64 mil 621 kilómetros cuadrados del territorio estatal, la delincuencia y el crimen organizado provocan miedo y pérdidas. Las últimas cifras sobre incidencia delictiva de 2008 revelan que en la entidad se cometieron en promedio casi tres asesinatos al día, uno vinculado al crimen organizado.
Se denunciaron 40 secuestros —la cifra negra podría incrementar este índice—, se robaron 2 mil 522 vehículos —se recuperó casi 50% de ellos—, se registraron 6 mil 249 asaltos y robos, de los cuales 572 casos fueron a empresas y negocios, además de otros 820 a casas y 26 a instituciones bancarias y bursátiles.
Bajo esos indicadores que revelan que 2008 fue el más violento de los últimos tres años, las policías igualmente se equipan para responder al reto del crimen organizado y la delincuencia, indica Salinas Altés.
Se prepara, dice, la adquisición de armas más potentes, automáticas, lanzagranadas y granadas de mano, se reforzará la presencia en las zonas de conflicto, especialmente en Tierra Caliente, la sierra de Filo Mayor y la Costa Grande y zonas como Acapulco, donde se concentró el mayor número de ejecuciones ligadas al crimen organizado.
La batalla sin cuartel entre los cárteles de la droga y la escalada de violencia, según informes de la PGR, inició desde mayo de 2005 con el arribo de Los Zetas a la entidad, y su enfrentamiento con el cártel de Sinaloa.
Pero este panorama cambió con la fractura, escisión y enfrentamiento de los hermanos Beltrán Leyva con El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán, quienes ahora libran una guerra fratricida entre ellos en Guerrero y otros estados de la República, donde antes compartían su poderío y operación.
La confrontación aquí de estas organizaciones, según el testigo protegido Rambo III e informes de la PGR, la encabezan, por parte del cártel del Pacífico, el cacique, ex alcalde y líder ganadero, Rogaciano Alba, contra los representantes de los Beltrán Leyva, Mario Pineda, El Rojo, y Rubén El Nene Granados.
Este enfrentamiento causó ya un “baño de sangre” entre familiares, empresarios y aliados de cada bando, en el cual también han sidovíctimas policías y militares.
Previo al capítulo más grave de esta confrontación —con la decapitación de ocho militares y un civil—, en mayo pasado, dos hechos causaron en esa entidad conmoción: Rogaciano Alba fue víctima de un atentado en Chilpancingo, donde murieron siete de sus afiliados que le acompañaban, y en el que él salió ileso.
Horas después, otro comando atacó su casa en Petatlán y mató a dos de sus hijos, secuestró a su hija y asesinó a otras nueve personas. En venganza, el 28 de agosto la esposa de El Nene Granados fue asesinada con otras mujeres en la comunidad de San Luis La Loma, y se emboscó a una patrulla federal con saldo de dos policías muertos, uno de ellos estatal.
Los informes oficiales dan cuenta de que este nuevo frente de guerra complicó la situación del cártel de Sinaloa, el cual arrastraba una vieja disputa por varias entidades —incluido Guerrero— con el de los Carrillo Fuentes. De por sí difícil la situación de violencia entre estos grupos, la presencia cada vez mayor de La Familia en la colindancia con Michoacán, está creando mayor violencia.
El fondo de la lucha, y lo reconocen las autoridades, es el dominio de Guerrero, por su colindancia con cinco entidades: estado de México, Michoacán, Morelos, Puebla y Oaxaca, sus 485 kilómetros de litoral en el Pacífico, sus puertos, accesos carreteros y las zonas de producción de amapola y mariguana.
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