De nueva cuenta el territorio local se tiñó de rojo y la crisis de pánico se apoderó de parte de la población del oriente y norte de la ciudad poco antes del amanecer, pues se presentaron varios hechos delictivos casi de manera instantánea, con saldo de un comandante de la Dirección de Tránsito muerto.
Todo comenzó al filo de las 4:35 horas, cuando un comando armado entró a las instalaciones del Hotel Fiesta Americana y amagó a tres de sus trabajadores, para después dar paso al resto de los ladrones, que con sopletes desprendieron los aparatos bancarios y sustrajeron todo el dinero de sus charolas, mientras a los trabajadores del hotel, los mantenían encerrados en uno de los módulos de dicho lugar, para posteriormente darse a la fuga a bordo de tres camionetas, una de ellas Scalade, un Jeep Cherokee (que se presume fue la que se encontró en la comunidad La Guayana) y una más oscura.
Minutos después de las cinco de la mañana reportaron un ultraje a una mujer, por lo que el comandante de la Dirección de Tránsito atendió dicha situación, pues se le comentó que a esta dama la había tirado una camioneta sobre el Tercer Anillo frente al fraccionamiento Pintores Mexicanos, por lo que reportó que se encontró a tres camionetas sospechosas.
Acto seguido del reporte, dio a conocer que había sido alcanzado por las balas de los integrantes de la camioneta y le lanzaron una granada de fragmentación, la cual estalló frente a las instalaciones de la Delegación Jesús Terán y acabó con una nopalera; acto seguido le lanzaron otra, la cual no estalló, por lo que repele el fuego, pero cae de herido de muerte el comandante Padilla Olmos.
Luego del enfrentamiento, los sicarios se dan a la fuga mientras los policías que repelieron el fuego salieron a auxiliar a su compañero, quien por desgracia estaba fundido en un "mar de sangre" y, desde luego, ya no pudieron hacer nada por él.
El comandante Alfonso Padilla Olmos viajaba en una unidad, la 2096, sin escolta y con una pistola escuadra, por lo que los sicarios seguramente lo confundieron con un elemento preventivo.
En esos momentos todo fue descontrol total, patrullas de prácticamente todas las corporaciones locales, ambulancias circulaban en muchas direcciones, los altos mandos ya en el lugar trataban de tomar el control de la situación; acordonaron el área, los curiosos caminaban entre el mar de casquillos que había por doquier; destacaba desde luego, la camioneta de la CIPOL con el cuerpo sin vida del comandante, además que las balas alcanzaron a otra radiopatrulla.
Todo comenzó al filo de las 4:35 horas, cuando un comando armado entró a las instalaciones del Hotel Fiesta Americana y amagó a tres de sus trabajadores, para después dar paso al resto de los ladrones, que con sopletes desprendieron los aparatos bancarios y sustrajeron todo el dinero de sus charolas, mientras a los trabajadores del hotel, los mantenían encerrados en uno de los módulos de dicho lugar, para posteriormente darse a la fuga a bordo de tres camionetas, una de ellas Scalade, un Jeep Cherokee (que se presume fue la que se encontró en la comunidad La Guayana) y una más oscura.
Minutos después de las cinco de la mañana reportaron un ultraje a una mujer, por lo que el comandante de la Dirección de Tránsito atendió dicha situación, pues se le comentó que a esta dama la había tirado una camioneta sobre el Tercer Anillo frente al fraccionamiento Pintores Mexicanos, por lo que reportó que se encontró a tres camionetas sospechosas.
Acto seguido del reporte, dio a conocer que había sido alcanzado por las balas de los integrantes de la camioneta y le lanzaron una granada de fragmentación, la cual estalló frente a las instalaciones de la Delegación Jesús Terán y acabó con una nopalera; acto seguido le lanzaron otra, la cual no estalló, por lo que repele el fuego, pero cae de herido de muerte el comandante Padilla Olmos.
Luego del enfrentamiento, los sicarios se dan a la fuga mientras los policías que repelieron el fuego salieron a auxiliar a su compañero, quien por desgracia estaba fundido en un "mar de sangre" y, desde luego, ya no pudieron hacer nada por él.
El comandante Alfonso Padilla Olmos viajaba en una unidad, la 2096, sin escolta y con una pistola escuadra, por lo que los sicarios seguramente lo confundieron con un elemento preventivo.
En esos momentos todo fue descontrol total, patrullas de prácticamente todas las corporaciones locales, ambulancias circulaban en muchas direcciones, los altos mandos ya en el lugar trataban de tomar el control de la situación; acordonaron el área, los curiosos caminaban entre el mar de casquillos que había por doquier; destacaba desde luego, la camioneta de la CIPOL con el cuerpo sin vida del comandante, además que las balas alcanzaron a otra radiopatrulla.
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