La Iglesia mexicana y la "tentación" del narco


Para los grupos criminales, el narcotráfico es un negocio; para el gobierno mexicano, una lacra; y para la Iglesia Católica, un pecado.

Por eso, cuando la semana pasada trascendió que una capilla levantada en un barrio popular de Pachuca (Hidalgo) se habría construido con las donaciones de un supuesto líder criminal, la jerarquía eclesiástica del país alertó de la posible infiltración del narcotráfico en las entrañas de su organización.

Una placa en el colorido templo de Tezontle recuerda al supuesto benefactor, Heriberto Lazcano Lazcano, considerado como líder de la banda de Los Zetas, un violento grupo dedicado al tráfico de cocaína, la extorsión y los secuestros, según las autoridades mexicanas.

"Señor, escucha mi oración, oye mi plegaria, por tu lealtad respóndeme, por tu justicia...", dice la inscripción de la capilla de Pachuca, que remite al Salmo 143: "El enemigo me persiguió a muerte, aplastó mi vida contra el suelo; me introdujo en las tinieblas"...


La Procuraduría General de la República inició una averiguación previa para conocer qué papel jugó "El Lazca" en la construcción del Centro de Evangelización Juan Pablo II y si las autoridades religiosas conocían la procedencia de estas "narcolimosnas", como se conoce popularmente a unas donaciones que sirven a la vez para lavar dinero y conciencias.

"Caer en la tentación"

La Iglesia Católica mexicana ha denunciado en varias ocasiones que muchos sacerdotes viven bajo la amenaza constante del narcotráfico por su labor al frente de organizaciones de derechos humanos o por denunciar los crímenes de los carteles.

Pero ahora también reconoce que "el poder corruptor del narcotráfico" se infiltró en algunos ambientes religiosos, como antes lo hizo en otros sectores de la sociedad.

"Para vergüenza de algunas comunidades católicas, hay sospechas de que benefactores coludidos con el narcotráfico han ayudado con dinero, del más sucio y sanguinario negocio, en la construcción de algunas capillas", reza un editorial publicado en el semanario católico Desde la Fetras conocerse el caso de Pachuca.

Según Hugo Valdemar, portavoz de la Arquidiócesis de México, "es posible que algún sacerdote caiga en la tentación de aceptar este dinero sucio, inmoral y que trae tras de sí un historial de muerte y corrupción".


Falta de control

Aunque subrayó que se trata de casos aislados, Valdemar advirtió que el principal problema con el que se encuentra la Iglesia a la hora de identificar estas "narcolimosnas" es la falta de control en la construcción de algunas capillas.

"Muchas veces no se cumplen las normas para construir templos, y muchas otras son las propias comunidades las que deciden levantar estos edificios, con o sin el aval del obispo. Quizás estas comunidades no vean ningún problema ético en emplear este dinero", aseguró.

El vocero de la Arquidiócesis argumenta que la falta de conocimiento en la cúpula católica es lo que impide frenar la construcción de las narcocapillas. Pero, de saberse, ¿qué podría hacer la Iglesia frente a un sacerdote que sucumbe a esta tentación?

"Desde el punto de vista del derecho canónico, se le tendría que suspender de su ministerio, por incurrir en un acto inmoral que daña a la Iglesia. Desde el punto de vista civil, tendría que pagar con la cárcel si es que se demuestra que es cómplice", sentenció Valdemar.

Y desde el punto de vista moral... "el fin no justifica los medios". "De ninguna manera se puede usar este dinero, por buenos que sean los fines que se les quiera dar", dijo. "De hacerlo, la Iglesia estaría traicionando su misión: denunciar la destrucción del narco".

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