Sicarios en Bustamante, Nuevo León, vivían entre lujos y suciedad
El rancho La Lagunilla, donde presuntos sicarios, integrantes de un grupo del crimen organizado se preparaba para enfrentar al gobierno, deja ver los lujos y la suciedad en la que vivían.
La construcción de concreto se encuentra a 200 metros de la entrada principal, sobre un camino de terracerías, a dos kilómetros de la carretera al municipio de Bustamante, entre el monte.
Antes de llegar, se aprecian altos pinos y palmeras; a un lado de la casa principal hay cuatro chozas, en una de ellas se observó ropa de niño, una bicicleta y gallinas seguidas por pequeños pollos.
Alrededor de la casa principal, adornada con ladrillo en color café, existe una cerca hecha de madera y flanqueada por dos palmeras; atrás de ellas, dos miembros de la Marina Armada de México, vigilan ataviados con pasamontañas y armas sofisticadas.
Otros, que enfrentaron al crimen organizado muestran un poco de desconfianza, pero a la vez relajados por la presencia de los reporteros.
Más adelante, a cinco metros de distancia un mando lanza una advertencia "pueden tomar video y fotos de lo que gusten, nada más les pido que al personal no lo graben".
A unos pasos, está la primera sorpresa, en un corredor de tres metros de largo por dos de ancho están colocadas las figuras disecadas de un oso color negro y un puma atacando un venado, también disecados.
Atrás de la casa, residuos de comida sobre un asador bien construido, un aparato de radio comunicación inservible. Sobre el piso de un barra de concreto comida desechable en bolsa de plástico.
Frente al asador, la casa se comunica a través de una puerta mosquitera que da a una amplia estancia compuesta por una cocina integral, dos mesas, un bar y una mesa de billar.
Además en este mismo lugar se encuentra una sala de trofeos consistente en seis cabezas de venado cada una de ellas adornan la pared principal de la sala; pero una de ellas desapareció.
Asimismo hay la cabeza de un antílope; una zorra postrada sobre una base de madera y sobre el techo de la cantina dos gallinas guinea y un armadillo adornan este sitio.
Otra sección de la casa la comprende una estancia que estaba habilitada como recámara, donde se contabilizaron tres camas que eran usadas por los delincuentes para descansar.
En el piso quedaron calzado deportivo, ropa de diferente marca, ropa interior, más comida y botes de cerveza vacíos.
Luego de caminar por un pasillo, se llega a otra área, donde hay más camas y colchones en el piso; ropa y calzado; además un closet hecho con madera fina.
La propiedad fue asegurada por elementos de la Marina Armada de México, durante un operativo donde participaron por lo menos 50 soldados apoyados por dos helicópteros.
La zona fue resguardada de inmediato, el resto de las casas están protegidas con una cerca de púas para que el ganado que existe en ese lugar no llegue más allá del potrero.
En uno de los jacales, el olor pestilente penetra en cada uno de los poros, la suciedad en el piso hace que las náuseas traicionen hasta al más curtido.
Ahí había ropa, comida, revistas, una hielera y un auto estéreo; frente al local hay otro cuarto que por las evidencias era usado como baño; había dos cubetas y tres jabones; esta casa estaba a unos metros de un molino de agua.
El rancho La Lagunilla, estaba acondicionado para que los "estudiantes" aprendieran a vivir en condiciones de mayor extremo, porque dormían en viejos catres colocados como ambulatorios de algún penal.
Una silla de montar adornaba el lugar, colocada en medio de costales de lo que fue alimento para ganado, ese ganado que ahora deambula sin rienda por las brechas.
Pero aunque parece que el camino al lugar esta desierto, lo cierto es que a unos 400 metros del lugar, un pelotón de soldados cuidan el acceso. Junto a ellos la poderosa nave con las leyenda Marina, esta postrado con gigantesca ave lista para actuar en caso de ser requerida.
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