Beltrán tenía su grupo de “limpieza” en Morelos para trabajar agusto


El pacto criminal entre el cártel de los Beltrán Leyva y las policías estatal y municipal incluía una “operación de limpieza” de toda la delincuencia común para “no calentar” la entidad y facilitar el tráfico y distribución de drogas, así como la libertad de movimiento de los líderes de la organización.

Un comando de sicarios de los Beltrán Leyva era el encargado de ubicar, junto con los halcones (vigilantes), a los ladrones, secuestradores, violadores, robacoches y asaltacasas y comercios, y quienes no se ajustaban a las órdenes de la organización de suspender sus actividades delincuenciales eran ejecutados.

Averiguaciones de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) muestran que incluso el comando encargado de la “operación de limpieza” logró abatir el robo de vehículos en Cuernavaca, cuyo promedio semanal era de alrededor de 30 y 40 automóviles.

En el expediente PGR/SIEDO/UEIDICS/-166/2009 existen testimonios de miembros de la organización criminal que señalan que a cambio de la protección al cártel de los Beltrán Leyva un grupo de la organización tenía la orden de terminar con los rateros, los robacoches, los secuestradores y los violadores.

En este “pacto” entre autoridades y el grupo de narcotraficantes se establecía —según declaraciones de policías detenidos en operaciones contra el narcotráfico— que era importante hacer sentir a Morelos como un estado seguro, ante la presencia de la clase política nacional, y un lugar de reunión del empresariado y del turismo nacional e internacional.

Las reglas del cártel

Los testimonios que permitieron a las autoridades militares y federales ubicar a más de 40 policías municipales y estatales que participaban en la red de protección oficial al cártel de los Beltrán Leyva, sirvieron también para localizar las casas de seguridad utilizadas como resguardo de sicarios, inmuebles que también funcionaban como centros de detención de miembros de la delincuencia a los que eran llevados por los comandos de limpieza para advertirles que debían cesar sus actividades. La desobediencia a las reglas del cártel se pagaba con la muerte.

En el último año aparecieron en los municipios controlados por los Beltrán Leyva cuerpos de personas ejecutadas y a las que se les dejaban mensajes como: “ésto les pasa a los rateros”, “por no respetar las reglas”, “por violador”, entre otros mensajes de advertencia a delincuentes comunes.

Hasta el día que fueron ejecutados los hermanos Mario y Alberto Pineda, conocidos como El MP y El Borrado, respectivamente, ellos eran los encargados de las labores de limpieza que efectuaba el comando de sicarios del cártel de los Beltrán Leyva, según lo detallan las declaraciones recabadas por las autoridades federales.

Ahora, con la captura de Jesús Basilio Araujo, El Pollo, quien había sustituido a los hermanos Pineda, quedó acéfala la dirección y mando de este comando, lo mismo que del resto de los sicarios que operaban en la entidad. Según las investigaciones de las autoridades, se conocen varios apodos de quienes podrían asumir esta tarea, entre ellos se menciona a un hombre que se identifica como El Sacristán.

La labor de limpieza se realizaba al mismo tiempo que el cártel de los Beltrán Leyva compraba informantes en las fuerzas militares y diversas corporaciones policiales, con sueldos que iban desde los 2 mil dólares, a fin de garantizar la operación de su empresa en la región.

El sistema de seguridad

El sistema de protección del capo del cártel de los hermanos Beltrán Leyva incluía informantes dentro del Ejército, las policías municipal y ministerial, así como sicarios designados bajo la clave de Zafiros y Halcones que recorrían en vehículos o en taxis toda la ciudad.

Los informantes avisaban a la banda de la existencia de operativos de inteligencia que despliegan soldados en la entidad, lo mismo de los puntos y sitios donde se colocan puestos de revisión o retenes. En el expediente no se señala ningún nombre de esos supuestos “contactos”.

La información, a la que se tuvo acceso, hace notar que el comando del capo abatido el pasado miércoles contaba con claves para que en caso de ser detenidos se dieran a elementos policiales para que los dejaran seguir su camino.

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