Personas alertaron a los sicarios de Teodoro García Simental que serían detenidos en el bautizo en Tijuana el 21 de junio


José Filiberto Parra Ramos “La Perra” y Raydel López Uriarte “El Muletas” sí asistieron al bautizo de la colonia Herrera el 21 de junio y no fueron detenidos.

Las hipótesis sobre el bautizo y sus protagonistas son tres:
1.- Extraoficialmente en las investigaciones en Baja California, México y los Estados Unidos, presumen que el bautizo a celebrarse era de un vástago del “El Muletas” donde el padrino fue “La Perra”.

2.- De acuerdo a declaración oficial de algunos de los detenidos, el organizador de la fiesta fue Martín Torres Garibay, quien declaró que el padrino no llegó y Christian Sotelo Garibay, tío de la menor, debió bautizarla. Negaron que el ausente haya sido “La Perra”.

3.- Datos extraoficiales en corporaciones policíacas determinan que los dos sicarios sí estuvieron presentes al mediodía en la ceremonia religiosa del bautizo realizada en una iglesia de la misma colonia Herrera. También aseguran: La menor bautizada tiene relación de parentesco muy cercano con López, y Parra fue el padrino.

El operativo elaborado para la captura de los dos sicarios de la célula de Teodoro García Simental “El Tres Letras”, fue instaurado a partir de una denuncia, trabajo previo de investigación y coordinación entre los agentes que ejecutaron la intervención, y que de hecho, fueron trasladados de otros municipios para evitar filtraciones.

Aun así, hubo fuga de información. Alguien de los comprometidos en la acción policíaca, dio aviso a los dos acusados de narcotráfico, secuestros y ejecuciones, para que éstos escaparan.

Una fuente reflexionó que por cuestiones de su labor delictiva y seguridad, al concluir la misa el par de sicarios no fueron directamente al salón. Como acostumbran en los operativos criminales, caída la tarde, enviaron “punteros” a revisar la zona. Con lo que habrían confirmado la presencia de elementos con intenciones de detenerlos.

Adicionalmente, informes de los Policías Estatales que ejecutaron los primeros patrullajes en la zona, manifestaron haber sido detectados e identificados por unos policías municipales mientras realizaban la vigilancia previa entre tres de la tarde y ocho de la noche, motivo por el cual se retiraron del perímetro. Pero es evidentemente que su presencia fue alertada.

Los encargados del frustrado operativo de captura tomaron en cuenta la posibilidad de que los agentes locales dieran aviso a los sicarios de la presencia de la PEP, pero consideraron que era poco probable que tuvieran conocimiento del operativo y decidieron continuar. Ya muchos elementos estaban apostados estratégicamente para actuar.

Pasadas las ocho de la noche después de cinco horas de fiesta y de espera, al apreciar movimientos sospechosos de dos hombres que vigilaban los carros, iniciaron la intervención.

Una vez que revisaron físicamente uno por uno a los 58 hombres detenidos, los investigadores de la Policía Estatal Preventiva se dieron cuenta que ninguno de sus dos objetivos, ni “La Perra” ni “El Muletas”, estaba en el salón.

A través de algunos interrogatorios, obtuvieron datos que los llevaron a un segundo operativo en la calle Ámsterdam de la colonia Montes Olímpicos a las oficinas de una empresa de seguridad, donde tampoco los encontraron.

El operativo
Detenciones, declaraciones e investigaciones recientes, allegaron información a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado. Datos extraoficiales recibidos para comparar, investigar y corroborar indicaban que:

1.- Miembros de segundo nivel del crimen organizado cuyo perfil había disminuido después de la balacera del 26 de abril “se habían relajado”, regresado a las “borracheras en antros” y pronto tendrían un bautizo.

2.- Raydel López Uriarte “El Muletas” podría ser pariente cercano de la menor festejada.

3.- El padrino sería José Filiberto Parra Ramos “La Perra” y…

4.- Estarían presentes policías municipales que servían de enlace entre Armando “El Gordo” Villarreal y la policía municipal de Tijuana.

Identificar el festejo y punto de reunión les llevó varios días. El sábado 21 de junio la Policía Estatal Preventiva (PEP) no recibió a tiempo los datos de la iglesia, así que iniciaron el operativo en lo referente al salón, alrededor de la una de la tarde con un grupo de agentes del área de inteligencias.

Patrullaron la calle Esteritos de la colonia Herrera y una serie de vialidades aledañas al salón de fiestas “El Pequeño Travieso” para buscar movimientos extraños en las inmediaciones.

Fue alrededor de las 15:00 y 17:00 horas cuando empezó a llegar el grueso de los invitados. En un momento de ese período los agentes estatales detectaron la presencia de cuatro patrullas municipales en las calles aledañas, las cuales fueron consideradas presencia hostil y provocaron la retirada y cambio del grupo operativo.

A las tres de la tarde, policías estatales de otros municipios habían llegado a Tijuana con la orden de esperar instrucciones, las cuales llegaron a las ocho de la noche: Debían trasladarse a la colonia Herrera junto a fuerzas federales y militares para ejecutar en coordinación el operativo de captura.

Oficialmente, a las ocho de la noche inició el operativo cuando el salón fue rodeado por un grupo de agentes estatales, seguidos de policías federales, ambos resguardados por un tercer grupo de militares.

El reporte indica que al ver a los policías, las dos personas que cuidaban los autos entraron corriendo al salón a dar la alarma, y los oficiales ingresaron siguiéndolos. Separaron a los hombres de las mujeres y niños. Los caballeros fueron ingresados en un cuarto resguardado donde les tomaron datos y fotos.

De los 58 hombres detenidos, 55 cooperaron con la policía. Uno, Torres Garibay, se mostró extremadamente nervioso, se persignaba continuamente besando el enorme dije de la Santa Muerte que colgaba de su cuello, muy parecido al que portaba su esposa que de vez en vez se acercaba para intentar calmarlo.

Los otros dos fueron registrados con comportamiento nervioso y rebelde: uno fue Jesús Sotelo Mendoza, padrino y tío de la festejada; y el otro, Ernesto Alfaro Pulido identificado como hermano de “El Gallito”, cantante ejecutado y asesinado en el mes de enero que apareció con un letrero amenazando a los ciudadanos que denunciaban ante el Ejército.

Este joven es el asistente del regidor priísta y dirigente del Sindicato de Burócratas, José Luís Parra, quien lo metió a trabajar como empleado de confianza al ayuntamiento de Jorge Hank con un sueldo de 17 mil pesos mensuales.

El muchacho, quien salió con el gobierno anterior y reingresó con Parra a la administración municipal de Tijuana, no goza de la simpatía de sus compañeros porque sin que hubiera una razón conocida, Parra hizo los trámites para Sotelo Mendoza obtuviera su base en dos meses, a pesar de que antes de él, había varias personas con años de antigüedad esperando el beneficio del sindicato.

En la empresa de Seguridad Gámez, cateada después del salón, fueron detenidos el dueño José Rodríguez Gámez, señalado como ex agente ministerial de quien presumen parentesco político con López Uriarte.

En el mismo lugar fue capturado un hombre que se identificó como Jorge Venegas Osuna, de quien existen datos extraoficiales por comprobar que lo ligan a las acciones delictivas de Armando “El Gordo” Villarreal en la zona de La Mesa y La Presa.

Fue en este segundo cateo donde la policía aseguró un pick up Chevrolet Silverado color negro blindado, sin embargo ese último dato no fue plasmado en el boletín informativo. A estos hombres también se les decomisaron tres insignias de la Policía Municipal de Tijuana que no están autorizados a portar.

La detención
Con la finalidad de evitar fugas y ante el informe de que habría varios personajes ligados al crimen organizado, la segunda parte del operativo estuvo a cargo de los agentes federales y del Ejército.

Los militares tenían la comisión de trasladar y resguardar a los detenidos. Y los agentes federales debían estar presentes para tomar las imágenes y las huellas dactilares que permitirían definir científicamente la verdadera identidad de los presentes. Establecer si tenían o no expedientes delictivos y definir posibles cargos.

Esto porque en febrero de 2008, a raíz de una denuncia, autoridades militares realizaron una inspección precautoria en una casa ubicada en la delegación La Mesa. No encontraron elementos para apresar a los ocupantes, así que únicamente tomaron fotos y huellas de los hombres que habían detenido de manera precautoria y los liberaron. Entre los que liberaron estaba José Filiberto Parra Ramos “La Perra”, situación que fue captada sólo hasta que soldados operativos transmitieron las fotos tomadas en La Mesa, al área de inteligencia local, quienes identificaron inmediatamente al sicario.

El sábado 21 de junio, los federales recabaron los datos, para corroborarlos con los expedientes de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) y correr la información en el Sistema Automatizado de Identificación de Huellas Digitales AFIS (por sus siglas en inglés) y aunque se ha anunciado que esa base de datos dactilar, nominal y fotográfica emite resultados en 20 minutos, esta vez no fue tan rápida.

De hecho, 20 horas después del operativo, cuando el General Sergio Aponte Polito informó respecto de los detenidos y lo decomisado, las fuerzas federales no habían emitido informes que permitieran conocer la existencia o ausencia de antecedentes delictivos de los 61 detenidos.

Fue hasta pasadas las cuatro de la tarde del domingo 22 de junio cuando las autoridades locales de los tres órdenes de gobierno recibieron informes y fueron extraoficiales. Confirmaron que por lo menos nueve de los hombres resguardados tenían antecedentes y serían enviados a la ciudad de México, pero no dieron nombres.

Sin embargo los federales tomaron otra decisión: La noche del mismo domingo 22 de junio enviaron a 58 hombres a las instalaciones de la SIEDO en la ciudad de México.

José Rodríguez Gámez y Jorge Venegas Osuna, detenidos en la agencia de seguridad que catearon después del salón de fiestas donde se desarrollaba el bautizo, se quedaron en Tijuana.

El traslado de los detenidos en la fiesta estuvo fundado en el hecho de que durante el operativo se aseguraron vehículos estacionados afuera del salón social en los que encontraron:

* Cuatro uniformes color azul con la leyenda “Policía Federal”.
* 460 gramos de la droga conocida como “ice”.
* 13 armas largas; seis armas cortas.

* 5 mil 050 cartuchos de diferentes calibres entre otros objetos.

Abogados consultados informaron que por los uniformes, la ley permite el traslado de “todos los posibles” implicados a la ciudad de México por la sola presunción de delincuencia organizada y la facultad de atracción establecida en el Código Penal.

Además, la posesión de los artículos antes mencionados implica delitos federales y la autoridad está facultada a retenerlos para investigar y deslindar quiénes eran los posesionarios, quiénes estaban al tanto de la posesión del equipo, cuál de los presentes tiene relaciones cercanas con los presuntos responsables y cuántos de ellos conocen de las actividades criminales de quienes resulten posesionarios de los uniformes y armas.

“Si las armas se encontraron en un vehículo hay una posesión derivada y es necesario deslindar responsabilidades, participantes y copartícipes.

Es evidente que muchos quedarán en libertad y sin responsabilidad, pero también lo es que varios quedarán detenidos o arraigados, para ampliar las investigaciones; porque el decomiso fue grande, había armas hechas sobre pedido, de oro, de plata”, comentó un abogado de la policía local.

En este punto es pertinente informar que conforme al reporte dado por las autoridades locales el decomiso más grande fue el realizado en el estacionamiento del salón de fiestas.

La información verbal fue que lo decomisado fue localizado en vehículos estacionados afuera del local de festejos, pero no aclararon en cuántos vehículos, y el informe oficial sólo detalla como auto incautado en ese lugar una Explorer Sport azul con placas 4MGH771 de California.

Aun así, la SIEDO puede retenerlos para investigación durante 72 horas, para fundar la detención ante un juez, también pueden duplicar el término por tratarse de delincuencia organizada hasta a 144 horas, que de ser así, se vencerían el viernes 27 de junio. Y aún así, tienen la opción del arraigo porque están seguros de que alguno de los aprehendidos en el bautizo puede aportar información.

Al cierre de esta edición, el informe, nuevamente no oficial, era que la SIEDO había decidido arraigar a 57 de los 58 detenidos, y que la cuarta parte de los sujetos habían dado positivo a algún tipo de droga, sin dar mayores detalles.

Finalmente, la SIEDO tiene muchos interrogatorios e investigaciones por hacer. Lo que continúan sin tener es a José Filiberto Parra Ramos “La Perra” y a Raydel López Uriarte “El Muletas”, quienes fueron alertados sobre el operativo para capturarlos y lograron huir.

Un bautizo muy caliente

Desde un mes atrás empezaron a correr las invitaciones del bautizo que celebrarían el sábado 21 de junio de 2008 en el salón de fiestas “Mi pequeño travieso”.

La velada se anticipaba de excesos. Litros de cerveza fría, birria preparada especialmente para la ocasión, bolo, 200 invitados y el grupo “Clave de oro”, los mismos que cantan el corrido de “La Cúpula” y cobran 500 dólares la hora.

Lo que no imaginaron los convidados al festejo, fue que la celebración de un sacramento católico terminara en una detención masiva.

Conforme a la versión de algunos invitados y presentes en el festejo, la bautizada es hija de Martín Ramón Torres Garibay “El Chavo”.

Devotos de la “Santa Muerte”, los padres de la festejada afinaron los detalles para recibir a su gente. Un día antes de la fiesta (el viernes 20) se pusieron en contacto con Christian Rojas, el vocalista y representante de la banda “Clave de Oro”. Le pidieron al grupo que tocara su música por cinco horas. El intérprete del narcocorrido de “La Cúpula” aceptó y se comprometió a amenizar la fiesta de seis de la tarde a 11 de la noche.

El sábado de la pachanga, la mayoría de los invitados no llegaron puntuales. Fue hasta entrada la tarde cuando la celebración arrancó en grande en salón infantil localizado en la colonia Herrera.

“Mi marido y yo llegamos como a las cinco de la tarde porque estábamos esperando a que bajara un poco el sol y el calor”, explicó Maribel Rodríguez. “Hace un mes, más o menos, Martín, ‘El Chavo’, nos invitó al bautizo de su hija. Hasta le entregó una invitación a mi marido y le pidió de favor que no fuera a faltar”.

Ernesto Daniel Alfaro Pulido, auxiliar de servicios del Ayuntamiento de Tijuana y quien trabaja al lado del regidor priísta José Luis Parra Vásquez, tampoco llegó a tiempo.

El hermano del funcionario municipal, Miguel Ángel Alfaro Pulido (mecánico de la empresa de Transportes Ferreiro) y su esposa también demoraron. Los tres son vecinos de “El Chavo” en el fraccionamiento Infonavit Lomas del Porvenir.


Mientras los niños corrían de un lugar a otro y devoraban las bolsitas de dulces que los organizadores les entregaron, los adultos se divertían y platicaban con familiaridad.

Christian Jesús Sotelo Mendoza, que según los testigos es padrino y tío de la festejada, alborotó a los chamacos cuando sacó una pequeña talega de dinero para repartir el tradicional “bolo”. Los niños se amontonaban y se empujaban desesperadamente para conseguir alguna de las monedas.

Por minutos, la birria recién hecha y los 30 grados centígrados que marcaba el termómetro se convirtieron en temas recurrentes de conversación entre los adultos. En tanto, los más sedientos parecían absorber de un solo trago los vasos repletos de cerveza fría.

Justo a las seis de la tarde los músicos de la “Clave de Oro” comenzaron su presentación. Una a una, complacían las melodías que solicitaban los invitados, a leguas conocedores de su música. Incluso, a pocos metros del improvisado escenario un pequeño grupo de personas acompañaba a los integrantes de la agrupación sinaloense. Entre éstos se encontraban cuatro primos del trompetista de la banda, Cipriano Yanes González, quienes llegaron de “colados” a la fiesta.

Cipriano no tenía mucho de radicar en Tijuana. Originario de Sinaloa, donde hasta hace un mes tocaba la trompeta en otra agrupación, decidió mudarse a la frontera para probar suerte. Sus dotes musicales le abrieron rápidamente las puertas para integrarse a la banda.

Uno de los primos del músico, Luis Fernando Yanes Lozoya, residente de California y de visita en la ciudad, no aguantó las ganas de saludar a Cipriano y de paso compartir con él una “cheve”.

Al igual que los primos de Cipriano, Mario Sanabria Meza, cartero de profesión desde hace cuatro años, logró entrometerse al jolgorio. “A él lo invitó un vecino del Infonavit que es policía municipal”, aseguró Gabriela, novia del funcionario del Servicio Postal Mexicano (SEPOMEX). “Él nunca entró al lugar (salón de eventos). Se quedó pisteando en la calle con otros amigos porque no conocía a los organizadores del bautizo”.

Francisco Javier Ayón Hernández fue otro de los invitados al bautizo. De acuerdo con su hermano Jorge, Francisco tiene “muchos años” de conocer a Martín porque son vecinos en el Infonavit. “Si él se hubiera enterado de que en el bautizo iba a andar gente involucrada con actividades delictivas o buscados por el Ejército ni se hubiera parado ahí. Con tantas cosas que han pasado en Tijuana no creo que lo hiciera”, explicó el entrevistado.

A unos cuantos metros de la mesa de Francisco estaban Manuel Armando Valerio Juárez y su esposa. Peluquero de profesión, Manuel fue invitado a la celebración religiosa el viernes 20 de junio. “Siempre le hago hincapié que no se involucre con gente relacionada con actividades delictivas. No quiero que le den un balazo en la cabeza y que deje desamparados a sus niños. Con la peluquería, bien o mal, ha sacado adelante a su familia”, señaló Pilar Juárez Valencia, madre de Manuel y enfermera del ISSSTE.

Mientras los invitados se divertían y escuchaban las melodías de la banda “Clave de Oro”, un grupo de elementos de la Policía Estatal Preventiva (PEP) y militares se acercaban al lugar.

Ninguno de los asistentes —entre los que se encontraban los policías municipales Enrique Silva Pérez, Ernesto Tizcareño Astorga, Miguel Ángel Rodríguez Méndez y Mario Alberto Rodríguez Meza— notó la presencia de oficiales.

Armados con rifles de alto poder los uniformados se ocultaban entre las calles de la colonia Herrera. Alrededor de las ocho y media, los agentes entraron de forma intempestiva al inmueble. Justo en ese momento Maribel Rodríguez, así como una de sus vecinas del Infonavit, estaba en el baño.

“Nosotros escuchamos un grito en el que nos pedían que no nos moviéramos y que nos tiráramos al suelo. No hubo ningún disparo”, señaló Maribel. Al salir del sanitario las mujeres se ocultaron debajo de una mesa. Fue entonces cuando comenzaron a escuchar que un helicóptero sobrevolaba la zona y que su poderosa luz apuntaba directo al salón “Mi pequeño travieso”.

“Yo le dije a mi amiga que se tranquilizara un poco, que no pasaba nada, que se trataba de un operativo bueno y que los policías y militares no nos harían daño”. Por espacio de tres horas niños y mujeres estuvieron sentados en el salón sin ser molestados. Sin embargo, a los invitados, músicos y colados (hombres) les pidieron que se tiraran al piso mientras les apuntaban con las armas.

Una vez sometidos, policías y militares comenzaron la revisión. A todos los varones sin excepción, les solicitaron sus respectivos nombres y de paso les decomisaron celulares, radios y carteras.

De acuerdo con los testigos entrevistados, ninguno de los asistentes portaba arma de fuego, por lo que se dijeron sorprendidos por el supuesto decomiso que hizo el Ejército durante el operativo.

Luego se dice que “El Chavo” se encomendó a la “Santa Muerte”. Los policías que lo detuvieron aseguran que nunca habían detenido a alguien tan nervioso como él. Parecía que sudaba frío. En menos de cuatro horas la suerte para Martín había cambiado, aun cuando por su cabeza nunca pasó que durante el bautizo de su hija sería detenido.


Alrededor de las 11:30 de la noche, a bordo de varios camiones militares, un total de 59 personas fueron trasladadas a las instalaciones de la Segunda Región Militar para su resguardo y posterior disposición ante el Agente del Ministerio Público de la Federación.

Entre la bola iban los integrantes y amigos de la Banda “Clave de Oro”, el padre y el padrino de la bebé festejada, el empleado municipal de la regiduría y su hermano, los policías municipales, así como el resto de los invitados y colados que tuvieron la ocurrencia de ir al evento.

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